El 9 de abril de 2002, durante un diálogo no planificado con jóvenes de un barrio sensible de Estrasburgo, el jefe del MoDem abofeteó a un niño de 11 años aprovechando un momento de distracción para “hurgar en sus bolsillos”.
En política destacan más ciertos gestos que los discursos. François Bayrou, nombrado primer ministro por Emmanuel Macron este viernes 13 de diciembre, es un ejemplo. En 2002, entonces candidato a las elecciones presidenciales, reaccionó espontáneamente ante un intento de robo: una bofetada propinada a un adolescente durante un viaje a Estrasburgo. Este gesto desató un debate nacional, dividido entre la crítica y la comprensión, y queda grabado en la memoria como una ilustración de todo su carácter.
Este gesto suscitó fuertes críticas, a las que François Bayrou respondió invocando una reacción “de padre”, calificando el incidente de “poco grave”. En cuanto al niño involucrado, que en ese momento tenía 11 años, su viaje tomó una trayectoria más tumultuosa. En 2012, cuando tenía 21 años, el Tribunal Penal de Estrasburgo lo condenó a cuatro meses de prisión por desacato y violencia contra agentes de policía.
Ya tenía en su expediente seis condenas, incluida una por desacato, que lo situaba como reincidente. Veintidós años después, el líder del movimiento democrático (MoDem) toma las riendas de Matignon. Si el incidente de 2002 pareció empañar por un momento su imagen, ahora demuestra su capacidad de actuar bajo presión, cualidad que sin duda se pondrá a prueba en sus nuevas funciones.
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