El artista quebequense es el primer artista francófono que supera el umbral simbólico de mil millones de reproducciones en la plataforma de streaming con una canción que no necesariamente esperábamos que estuviera en lo más alto de las listas… quince años después de su lanzamiento.
Por Hugo Cassavetti
Publicado el 12 de diciembre de 2024 a las 14:52 horas.
Actualizado el 12 de diciembre de 2024 a las 5:40 p.m.
Youpi, cocorico, ¡hasta aleluya! Un título francófono, te dejaré palabras, acaba de superar, por primera vez, los mil millones de reproducciones en todo el mundo. El afortunado ni siquiera es un peso pesado de tubo de acero cromado, sino el precioso Patrick Watson. Un delicado quebequense que trabaja desde hace años para un público fiel de su música bajo la fuerte influencia de Radiohead: una canción elaborada con un fuerte toque neoprogresivo, dominada por los teclados atmosféricos y la voz ingrávida del artista. Otro milagro de TikTok, ¿crees? En parte, pero no sólo. Porque el título, que data de 2009, es un “éxito durmiente” arquetípico.
Escuche una pieza que llega al gran público a paso de tortuga, despacio, muy despacio, a través de caminos tortuosos. Inicialmente compuesta para una película de relativo éxito, madres e hijas (con Catherine Deneuve), la frágil balada con un texto poético pero minimalista, susurrada con una voz que haría sonar a Thom Yorke (modelo de Watson) como Garou, comenzó a circular cuando un desconocido publicó en YouTube, en plena pandemia, un montaje de imágenes polivalentes de la vida cotidiana acompañadas de esta música ambiental melancólica que resultó oportuna. Bastaba que una celebridad como Justin Bieber lo reposteara para que comenzara el efecto bola de nieve, y para que TikTok, la red que triunfa con sus millones de seguidores con un tiempo cerebral muy limitado, haga, una vez más, su trabajo. Con el resultado que conocemos hoy: ¡Patrick Watson es aclamado como el primer embajador mundial, en forma de canción, de la lengua francesa!
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Si bien podemos alegrarnos de que el éxito recaiga en un artista todavía demasiado confidencial y de calidad, podemos dudar una vez más del impacto real de este tipo de fenómeno. ¿Un triunfo en la difícil lucha por la francofonía? Mmm. ¿No estás seguro de que este sea el texto de Watson, de seis líneas cortas, que incluye un error intrigante (intencional)? – del francés (“… Debajo de los muros que cantan…”), y ulula mientras tiembla, lo que capta la atención del oyente más que su piano Riopy (el nuevo Clayderman de alta gama). Sin embargo, te dejare palabras tal vez alimente en algunos un deseo de profundizar su conocimiento de la lengua de Molière, más fuerte que entre aquellos que alguna vez aclamaron, en todo el planeta, la “Dominique, joder, joder” de Sor Sourire o de la “difícil, difícil ser un bebé” por Jordy… En definitiva, un curso, aunque sea elemental, del querido Watson, eso es todo.
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