CRÍTICA- Ludovic y Zoran Boukherma adaptan el Premio Goncourt 2018 con una fiebre contagiosa. Esta crónica de un joven rompiendo sus alas suena verdadera y fuerte.
No hay nada que hacer. Éste es el problema de la adolescencia. Somos demasiado serios cuando tenemos 14 años. El aburrimiento aumenta con el calor y cuando no te vas de vacaciones. No es una vida quedarse en Lorena con este clima. Anthony no esperaba esto, pero aprovecha la oportunidad para enamorarse. Ocupa. Hay paseos sobre dos ruedas, nadando en el lago medio contaminado. En el pontón, las jóvenes visten trajes de dos piezas. Valió la pena robar una canoa. Un porro está circulando. El padre manchado descubre a Stéphanie, con su falso aire de Anne Parillaud, en versión Mosela. Sus destinos se frotarán como dos pedernales. No son del mismo origen.
La película, adaptada del Premio Goncourt de 2018, abarca cuatro veranos de la década de 1990. La era ya está aquí. Las articulaciones están circulando. Las latas de cerveza se vacían. Las consolas Sonic estaban de moda. Los éxitos del momento sacuden las noches. Cabrel, Nirvana, Goldman, ¿recuerdas? Él…
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