Había 15 puntos -e incluso veinte goles de diferencia- entre Atalanta y Roma antes del inicio. Quince en los primeros trece días, más de uno por turno. Sin embargo, no se les vio sobre el terreno de juego, o se les vio muchos menos, a pesar de que el equipo de Gasperini movió mejor el balón, sobre todo en la primera parte, lo que obligó a la Roma a ponerlo en práctica.
Sin embargo, es una Roma diferente y animada y el mérito, naturalmente, es de Ranieri, que en apenas unos días ha devuelto un equipo a los suyos. Un equipo y al menos dos jugadores que venían observando en los últimos meses: Paredes y Hummels. Este último era el mejor de su equipo hasta que tuvo que abandonar por lesión. Una vez que salió, la defensa se derritió favoreciendo el 2-0 de Zaniolo. Que llevaba dos años sin marcar y no celebrar. Poco.
Ranieri, sí, perdió en Nápoles y contra el Atalanta, pero la Roma siempre estuvo en el partido. Además, logró limpieza, orden, claridad: limpieza de sombras y prejuicios (pienso en Pellegrini y Cristante en su relación con la afición) y claridad en los valores técnicos.
En enero le toca intervenir al club: en realidad debería haberlo hecho durante al menos dos años solucionando el problema de los extremos (a los buenos los llaman quintos) y el segundo delantero centro: Celik no está presentable, Angeliño sí. un buen reserva, Shomurodov un intento fallido en varias ocasiones y si creo que fue preferido a Sørloth y Sesko, como aficionado me hace llorar.
PD. La Roma también necesita un Pellegrini completamente nuevo.
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