“¡Estamos aburridos!” » se lamenta Anthony, de 14 años (Paul Kircher), mirando a la cámara con una mirada perdida e insolente. Tres palabras, nada más, luego unos segundos de silencio. La secuencia abre “Sus hijos tras ellos”. Este plan, desde el principio, te arponea. Se dice todo, o mucho, de la sustancia de una adolescencia normal y corriente. Aburrimiento, casi silencio, ira reprimida.
Anthony “se aburre”, pero el entorno parece idílico. Un lago resplandeciente en el valle de los Vosgos en julio. Pero esta belleza simple y bucólica no le importa, regresa año tras año. Un verano tranquilo…
Sólo se permite el lujo
Con su amigo Nath (Louis Memmi), la distracción consiste en ir a ver “la playa de los culos desnudos”. Ese día, a la orilla del agua, ve a Stéphanie (Angelina Woreth). Rayo. Stéphanie se convertirá en el alfa y omega de su vida, el por qué y el cómo. No son en absoluto parte del mismo entorno. Stéphanie inaccesible… ¡Una princesa! Es una hija “burguesa”, buena estudiante, cuya familia vive en una bonita villa. Su padre (Gilles Lellouche) es un trabajador desempleado desde el cierre de los altos hornos. Es 1992.
Una noche, Anthony toma prestada en secreto la motocicleta de su padre para unirse a una fiesta donde espera encontrar a Stephanie. A la mañana siguiente, para mi sorpresa, la motocicleta desapareció. Para su padre, ella fue invaluable. El único lujo permitido en una vida sin horizontes. Para Anthony, para Stéphanie, para Hacine, un chico que vive en la ciudad y se ve involucrado en el asunto, todo cambia.
De 1992 a 1998
La historia sigue fielmente la estructura del libro de Nicolas Mathieu, Premio Goncourt 2018. Los hermanos Boukherma cuentan la historia de su juventud, de 1992 a 1998, en un valle devastado por la desindustrialización. Cortaron mucho en la profundidad sociológica de la novela, para centrar su narración en la historia de amor entre Anthony y Stéphanie. Han elegido lo romántico, asumiendo que quieren conmover a la gente.
La puesta en escena es efectiva, directa, llena de música. Éxitos de los años 90, desde Nirvana hasta NTM, marcan la banda sonora. Temíamos el síndrome del “clip largo y asfixiante”. Pero los hermanos Boukherma también son muy sensibles. Captan de forma aguda las dudas, las fragilidades, el amor que desborda al no estar formulado. Muestran padres devastados por el desempleo, violentos, que aman pero aman mal. Una madre valiente, gran admiradora de “Santa Bárbara”, formidable guerrera a la hora de salvar a su familia (Ludivine Sagnier).
En la obra de Nicolas Mathieu, Anthony es un pequeño malhumorado. Los realizadores eligieron a Paul Kircher, un tipo alto, esbelto, torpe y agobiado por sí mismo. Su Anthony es primo de los adolescentes de las películas de Gus Van Sant o Larry Clark.
Crece, alcanza la felicidad y aprende a renunciar a sus sueños. Ése sigue siendo, a menudo, el destino de los hijos de los trabajadores, nos recuerdan los hermanos Boukherma al final de este fresco incandescente y melancólico.
“Sus hijos tras ellos”, de Ludovic y Zoran Boukherma. Duración: 2 horas 16 minutos Estreno en salas el miércoles 4 de diciembre.
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