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Las consecuencias de Tavares ya han comenzado: Francois en la pole, De Meo detrás. La historia de fondo

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Stellantis, la despedida sin remordimientos a Carlos Tavares

Al final Carlos Tavares deja la dirección de Stellantis, con la cartera hinchada – según los rumores recogidos por Affaritaliani.it de una posible indemnización de 100 millones de euros, pero con un tejido industrial empobrecido, especialmente en Italia. Nuestro país siempre ha sido tratado como una provincia del imperio, casi desairado, con discusiones mínimas con instituciones e interlocutores sociales y con decisiones que han erosionado progresivamente un patrimonio único. ¿La última bofetada? El cierre temporal de la planta de Mirafiori hasta 2025, deja en la incertidumbre a los trabajadores y al territorio.

No hay lamentos por la marcha de Tavares. Y de hecho, la junta directiva, a pesar de las habituales palabras pronunciadas por John Elkann, ni siquiera intentó retenerlo. Por otro lado, ¿cómo podemos evaluar su trabajo? Su mandato era el de recortes y sinergias, más adecuado para un contable que para un visionario como Sergio Marchionne que cogió una Fiat que perdía millones al día y la devolvió a la gran mesa. Stellantis, en Italia, ha perdido mucho y ganado poco: menos innovación, menos empleo, menos perspectivas. Ante esto, Tavares sale de escena con los bolsillos llenos y deja una multinacional que parece haber olvidado el significado de “estrategia industrial”.

El futuro de Stellantis

Ahora comienza la carrera por la sucesión. En la pole position está OLivier Francois, director ejecutivo de Fiat y director de marketing global de Stellantis. Hombre de confianza de John Elkann y muy apreciado por los accionistas, François es el candidato que gusta a los que están en el poder, pero no necesariamente agrada a la producción. Con su experiencia en marketing, queda por ver si tiene la capacidad de afrontar los desafíos industriales que enfrenta Stellantis.

En el lado opuesto, el sueño de ver Luca De Meo – el italiano que está reviviendo a Renault – ya parece haberse desvanecido. Quizás porque era demasiado autónomo, quizás porque su visión del desarrollo industrial no se compaginaba bien con la rígida gestión del equilibrio interno del grupo, con Exor siendo el principal accionista pero cada vez menos interesado en el sector del automóvil y con una tracción francesa cada vez más evidente. A menos que Emmanuel Macron, con el peso que tiene en la gobernanza de Stellantis, no decidas promocionar personalmente tu nombre, De Meo se mantendrá fuera del juego.

Los nodos de las marcas de lujo

Y luego está el tema pendiente de las marcas premium, donde Stellantis sigue moviéndose sin una estrategia clara.. Una de las hipótesis más discutidas, según informa Affaritaliani.it, para reactivar el grupo se refiere a la eliminación de cuatro marcas consideradas no competitivas: DS, Alfa Romeo, Lancia y Maserati. La supervivencia de estas marcas se vuelve compleja para un Stellantis de corta vida.

Irónicamente, el propio Maserati podría haber escrito una historia diferente. Según los rumores recogidos por Affaritaliani.it, Piero Ferrari, en el pasado, había manifestado su intención de comprarlo para cubrir el segmento. entre 100 y 250 mil euros, una superficie que FerrarNo estoy presente dado que los coches del Cavallino Rampante han aumentado progresivamente sus precios de catálogo. Pero Tavares respondió con una propuesta que parecía más bien una provocación: “Llévate también Alfa Romeo”. Ferrari, obviamente, abandonó la oferta, pero ese episodio sigue siendo el símbolo de una dirección que siempre ha preferido los compromisos a la visión.

Un grupo sin rumbo

Considerándolo todo, Stellantis se presenta hoy como un gigante con pies de barro. Las sinergias prometidas han producido resultados financieros, pero a costa de empobrecer la innovación y debilitar las marcas históricas. Los desafíos para el futuro son enormes y un liderazgo que se limita No bastará con ser directivo. Necesitamos un plan valiente, compuesto de opciones claras e inversiones estratégicas.

Recortar las marcas que generan pérdidas puede ser una forma, pero también es admitir el fracaso. Relanzar una marca como Maserati o Alfa Romeo requiere inversiones y visión, no simples operaciones de renovación financiera. Sin embargo, si Stellantis no cambia de rumbo, el riesgo es que siga siendo poco más que un conglomerado sin alma, incapaz de competir con los gigantes automotrices mundiales. Tavares se marcha, pero sus elecciones seguirán pesando. Y la duda que queda es si quien venga detrás de él podrá liberar a Stellantis del limbo al que ha quedado relegado. O si acabará perpetuando una ola de recortes y oportunidades perdidas.

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