Conseguir un equipo volador suele ser complicado y perjudicial. Raffaele Palladino lo sabe bien, conoce el fútbol desde hace demasiados años como para no darse cuenta de que hoy a este equipo le conviene ponerlo en piloto automático. El mérito es del trabajo realizado a partir de julio, incluso cuando el escepticismo era palpable e incluso hubo quienes pidieron su despido. Hoy el mundo del entrenador Viola ha cambiado por completo. Si bien el guión básico sigue siendo el mismo, le gusta experimentar de vez en cuando. Es una cuestión de necesidades e ideas, porque a medida que avance la temporada también llegarán las descalificaciones, alguna que otra lesión (esperemos que no) y los cambios pueden volverse cruciales para mantenerse a flote.
De ahí el experimento Martínez Quarta en el que Viola Park trabaja desde hace al menos un mes. El Chino sigue siendo defensor, allí hará su carrera, pero cuando ha sido necesario ha demostrado que puede jugar en el medio campo. En contextos específicos y en una excelente organización del equipo. En sus primeros cinco meses en Viola Palladino ha propuesto soluciones más o menos eficaces. Pensemos en Biraghi como un tercero a la izquierda. O Gosens que ha pasado de cuarto a lateral a lateral por el bien del equipo. Bove es un comodín del que no puedes prescindir. Un centrocampista y un extremo incluso en el mismo partido. Y Beltrán también ha frecuentado distintas zonas del campo, pero también el propio Kouame.
Muchos han experimentado con las ideas de Raffaele y ahora la gran curiosidad es ver el famoso ‘tercer módulo’ desplegado sobre el terreno de juego. Después del 3-4-2-1 y el 4-2-3-1 la impresión es que pronto podríamos ver a la Fiorentina con el 4-3-2-1, o el famoso árbol de Navidad. Una época que cae como anillo al dedo, pero sobre todo la necesidad de insertar a Gudmundsson detrás de Kean, quizás emparejado con Beltrán (o Colpani, que en este papel también podría jugar como mezzala).
Alessandro Latini
Belgium
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