Emmanuel Macron irá a Notre-Dame de París para una última visita, una semana antes de la reapertura oficial. Esta mañana, el Presidente de la República se reunirá con 1.300 personas que han trabajado en la que ya es apodada la “obra del siglo”.
El 15 de abril de 2019, la catedral de Notre-Dame de París seguía en pie, pero apenas. Casi se había desplomado y su flecha había caído. El interior estaba devastado, los escombros cubrían el suelo y se podía ver el cielo a través de las bóvedas. Ese día, Emmanuel Macron prometió restaurarlo en cinco años. Cumplió su promesa. Se llevaron a cabo difíciles negociaciones para determinar si la Iglesia o la República volverían a abrir el edificio al mundo.
Esta visita al sitio es un compromiso. El presidente estará acompañado por el arzobispo de la capital, monseñor Ulrich, y será recibido en el exterior por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Luego paseará durante un largo rato por el edificio, pasando por la nave, el crucero, el deseo de Luis XIII, la estatua de la Virgen en el pilar, el marco y una capilla. Con, como durante el Vía Crucis, lo que llamamos estaciones.
Cada vez, tendrá un tiempo de entrevista con un orador. Se encontrará con el arquitecto que reconstruyó las bóvedas, con un cantero que resucitó las estatuas, con un carpintero que le contará cómo se reconstruyó el antiguo bosque de robles que sostiene el techo. En la capilla de Saint-Marcel, una restauradora de decoración contará cómo, con sus doce compañeros, restauró los colores de la pared.
En total estarán presentes 1.300 de los aproximadamente 2.000 artesanos que trabajaron en el edificio. Para Emmanuel Macron, que, a pesar del éxito de los Juegos Olímpicos, ha experimentado numerosos reveses en los últimos meses, esta será su hora de gloria.
Pronunciará un discurso de agradecimiento dirigido a los trabajadores, empresas y donantes que trabajaron para que este gigantesco proyecto fuera un éxito. El Elíseo ya se ha comunicado afirmando que todos pensaban que este compromiso sería difícil de mantener. Hoy se ha demostrado que no sólo era posible, sino que en el fondo todos lo querían.
También será una oportunidad para demostrar que Francia, a diferencia de otros países, ha sabido mantener, en el siglo XXI, empresas especializadas en artesanía y patrimonio artístico. El día después del incendio, decenas de ellos ofrecieron sus servicios, entre ellos varios belgas que intervinieron, por ejemplo, en la consolidación del edificio y la restauración de los grandes órganos. Sin embargo, sus 8.000 tubos no resonarán esta mañana. Podemos entenderlo, tenemos que mantener un poco de espectacularidad para la inauguración real.
Macron Giltay Notre-Dame firmado
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