El intento de la izquierda y del RN de derogar la tan denostada reforma de las pensiones de 2023 se topó el jueves con obstáculos por parte del bando presidencial en la Asamblea Nacional, mientras la perspectiva de una censura gubernamental a partir de la próxima semana ocupa el ánimo de todos.
Paréntesis en la actual tormenta presupuestaria: La Francia insumisa tenía reservado el jueves la jornada parlamentaria anual para sus textos. Con una propuesta emblemática, destinada a derogar la reforma de las pensiones de 2023, reduciendo la edad legal de jubilación de 64 a 62 años.
El texto, apoyado por la izquierda y por RN, es decir, teóricamente por una mayoría de diputados, tenía pocas posibilidades de ser sometido a votación antes de la medianoche, lo que marcaría el fin del “nicho” del LFI. Y esto se debe a cientos de enmiendas presentadas por la derecha y el centro para frenar el trabajo parlamentario.
Entre cien y doscientas personas se reunieron a las 19.00 horas en Les Invalides ante la convocatoria del LFI para protestar contra esta estrategia, en presencia de Jean-Luc Mélenchon.
“Estamos en un momento de crisis política histórica (…) Por primera vez en nuestra historia, tenemos un fenómeno completamente nuevo, la obstrucción gubernamental (…) Están haciendo todo lo posible para impedir que podamos votar por una ley derogatoria”, denunció el líder del LFI, pidiendo que el primer ministro Michel Barnier y el presidente de la República Emmanuel Macron abandonen sus cargos.
Al final de la tarde, los partidarios de la derogación obtuvieron una primera victoria simbólica: rechazaron por 241 votos contra 100 las enmiendas con las que sus colegas de la “base” gubernamental querían vaciar el texto de su sustancia.
Esta “dolorosa derrota del bando presidencial” demuestra que “hay una mayoría en la Asamblea y en el país a favor de la derogación”, afirmó en X la diputada del LFI, Clémence Guette.
Sin embargo, la batalla está lejos de estar ganada para la izquierda y el RN. Alrededor de las 22.00 horas, quedaban más de 600 enmiendas por examinar, lo que dejaba a la izquierda con pocas esperanzas de llegar a votación.
“Si nos impiden votar hoy, será sólo un motivo más para censurarlos”, advirtió la líder de los diputados rebeldes Mathilde Panot a los de la “base” gubernamental.
En un hemiciclo recalentado, los debates se intercalaron con múltiples cuestiones de orden y suspensiones de sesiones para restablecer la calma.
– “Enmiendas de payaso” –
“¡No participaremos en esta comedia y en sus enmiendas payasadas!”, se enfureció Hadrien Clouet (LFI), ante las múltiples propuestas de los cargos electos de derecha y de centro destinadas únicamente a modificar el título de la ley. “¡El circo en el Parlamento sois vosotros los que lo hacéis!”, respondió Richard Ramos (Modem).
Para el Ministro de Presupuesto, Laurent Saint-Martin, los “algunos centenares de enmiendas” presentadas no son nada en comparación con las 19.000 presentadas por la izquierda en el momento del examen de la reforma, en 2023. Básicamente, ser responsable supone no “deshacerse” lo que había permitido equilibrar las cuentas”, insistió.
“Derogar esta reforma sería comprometer el futuro de nuestro sistema de jubilación”, añadió su colega responsable del Partido Laborista, Astrid Panosyan-Bouvet, criticando un enfoque “irresponsable, insensato e injusto”.
Para la diputada macronista Annie Vidal, los autores de las numerosas enmiendas quieren expresar sobre todo “una profunda preocupación, porque este proyecto de ley genera gastos considerables que no están financiados y que evidentemente llevarán nuestro sistema de pensiones a la quiebra”.
La propuesta de derogación, aprobada sin incidentes la semana pasada en comisión, retoma no sólo la reforma de 2023 sino también la llevada a cabo en 2013 por la ministra del PS, Marisol Touraine, que había aumentado el período de cotización. Una piedra en el jardín del Partido Socialista, que sin embargo había afirmado que votaría a favor del proyecto de ley pase lo que pase.
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