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El imperdonable crimen de Boualem Sansal

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Es releyendo el clásico. ¿Qué es la Ilustración? publicado en 1784 por Kant que podemos comprender verdaderamente lo que le está sucediendo estos días a Boualem Sansal.

En este breve pero poderoso texto, el filósofo alemán define el espíritu deilustración (“Atrévete a pensar por ti mismo y no bajo la tutela de otro”) pero sobre todo – y esto es lo que aquí nos interesa – establece las condiciones que pueden conducir a la emancipación intelectual de todo un pueblo, y no ya de un pocos individuos: que estos últimos puedan hacer uso público de la razón.

En efecto, escribe Kant, “siempre encontraremos algunos hombres que piensan por sí mismos”, que han sabido liberarse del sacerdote, del dogma o de la tradición, pero mientras no puedan expresarlo ante el público, seguirán siendo inofensivo a los ojos de quienes quieren mantener al pueblo en su “minoría”, es decir en su incapacidad de pensar por sí mismo.

Volvamos a Sansal. Publicó su primer libro, El juramento de los bárbaros, en 1999, cuando se publicó mi tercera novela: basta decir que nos encontrábamos a menudo en salones literarios, programas de radio, debates, etc. A veces discrepábamos -me irritaba su desprecio por la arabidad, su propensión a confundir, en el mismo odio, también el Islam y el islamismo-, pero todo esto se mantuvo en el marco de un diálogo cortés, incluso cordial.

Lo encontré valiente al criticar tan duramente al régimen argelino mientras seguía viviendo en Boumerdès. En su tercera novela, Dime cielodenunció la corrupción, la incompetencia de los sucesivos gobernantes desde Boumediene (sí, se atrevió a atacar la estatua del Comandante), el hundimiento de la educación tras la arabización demasiado rápido y demasiado mal realizado, etc. En harraga (2005), las autoridades argelinas también lo dieron por sentado, ni que decir tiene. El pueblo alemán (2008) fue censurado en Argelia, pero Sansal no se preocupó.

“Cuando le dijo a los medios Fronteras que “cuando Francia colonizó Argelia, Occidente era parte de Marruecos”, Boualem Sansal hizo lo que Kant consideró necesario para emancipar a un pueblo: un uso público de su razón”.

Durante un viaje en tren entre Nancy y París -regresábamos de un evento literario, ‘el Salon sur la Place’-, le pregunté si sabía por qué los ‘decisores’ de Argel lo dejaban en paz. Me respondió, básicamente, que, por un lado, no les molestaba su lucha contra el islamismo y que, por otro, desestimaban las duras críticas que les dirigía ya que nos permitían afirmar que la libertad de expresión era respetado en Argelia.

Pero había un límite y es por eso que estos mismos ‘tomadores de decisiones’ lo metieron en la cárcel la semana pasada. Cuando le dijo a los medios Fronteras que “cuando Francia colonizó Argelia, Occidente -Tlemcen, Orán y hasta Mascara- formaba parte del Reino de Marruecos”, hizo lo que Kant consideró necesario para emancipar a un pueblo: un uso público de su razón.

Ahora bien, si hay un punto en el que la emancipación intelectual del pueblo argelino asusta a sus dirigentes es en la cuestión de las fronteras. Sin cuestionar el hecho de que Tlemcen u Orán sean hoy definitivamente argelinos, el simple hecho de comprender que no siempre fue así, que hay una Historia, que Marruecos fue dividido por el colonialismo español y francés, puede animar a todo argelino a empezar. pensando por sí mismo’. Así, podría entender que es absurdo querer amputar a Marruecos de sus provincias del sur y que es criminal financiar, albergar y apoyar un movimiento separatista creado, en su tiempo, por el difunto loco Gadafi.

El caso Sansal es revelador: en Argelia se puede proclamar ateo y atacar el islam y el arabismo, pero no se puede afirmar una simple verdad histórica. Y sobre todo -y éste es el crimen imperdonable de Boualem- no se puede hacer uso público de la razón cuando ésta insensatez quién está en el poder y pretende monopolizar el espacio público.

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