Porque, seamos sinceros, este PSG no da todas las garantías de seguridad que debería dada la calidad de su base. El martes por la noche incluso tuvimos la impresión de que los parisinos podrían haber jugado tres horas más sin preocuparse demasiado. Manuel Neuer. Sintomático de un equipo que duda nada más poner un pie en la Champions.
En la Ligue 1, sin embargo, todo va bien. El PSG (10 victorias, 2 empates, 0 derrotas) está tranquilamente a la cabeza con… 36 goles marcados en 12 partidos, o tres por partido. El mejor ataque, con diferencia, de la élite francesa.
En cambio, en la Liga de Campeones la máquina se para. De repente, de repente. Como si la medular no hubiera sido construida para la ocasión y que las dudas empezaban a germinar de nuevo en cuanto una defensa rival se tensaba o el nivel general subía un peldaño.
El balance ofensivo después de cinco partidos es pobre: tres goles marcados, tantos como el Stuttgart… o el Brujas.
¿De quién es la culpa? Sin duda, un poco a Luis Enrique que sigue tanteando, dudando y poniendo todo patas arriba. Culpa también (¿y sobre todo?) de sus atacantes, que aún no logran hacerse indispensables. Imparable en la Ligue 1 (10 goles), Bradley Barcola Ya no pone un pie delante del otro en cuanto suena el himno de la Champions. Ousmane Dembélélo hace Ousmane Dembélé. Así que comprenda cómo ser excelente en la percusión antes de perderse sistemáticamente el último gesto.
Detrás es muy ligero ya que Gonzalo Ramos siempre vuelve de una lesión y Randal Cole Muani Lo publica Enrique (63 minutos desde mediados de octubre). Por tanto, el técnico catalán se ve obligado a hacer pequeños retoques colocando a Dembélé, Désiré Doué o… Marco Asensio en un papel de falso nueve. Con mayor o menor éxito, hay que admitirlo.
En términos más generales, tenemos la impresión de que al equipo le faltan líderes. Jugadores que destacan por su talento o carisma. Pilares que saben golpear la mesa con el puño para removilizar a las tropas o evitar el exceso de entusiasmo.
No hace mucho estaban Marco Verratti o Kylian Mbappé. Hoy, el eterno Marquinhos debe sentirse muy solo. Solo a bordo de un barco en busca de un capitán… y una apariencia de alma.
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