A pocos días del partido de exhibición que jugará frente al serbio Novak Djokovic en Buenos Aires y que marcará su despedida del tenis profesional y a más de dos años de su último partido oficial, el argentino Juan Martín Del Potro confesó que las lesiones que forzaron su salida del circuito convirtieron, además, su vida en un “calvario”.
A los 36 años, la “Torre de Tandil”, que supo ser uno de los grandes animadores de este deporte junto con el propio Djokovic y los ya retirados Roger Federer, Rafael Nadal y Andy Murray, se prepara para “El Último Desafío”, que animará junto con el serbio en las instalaciones de Parque Roca, en la periferia sur de Buenos Aires, y que alguna vez supo ser sede de la Copa Davis.
Una carrera que se truncó antes de lo esperado por las lesiones que lo persiguieron en los últimos años y en la que el argentino celebró un bronce olímpico en Londres 2012, la plata en Río 2016 (en ambas el campeón fue el escocés Murray, hoy flamante entrenador de Djokovic, a quien Del Potro frustró en el estreno de la segunda cita).
Del Potro llegó a ser número tres del mundo y fue parte de la histórica consagración argentina en Copa Davis en 2016, sumó 22 títulos ATP, sin dudas el más importante en el US Open 2009, único Grand Slam que conquistó y al que regresó este año para disputar un partido de exhibición de doble mixto que ganó junto con su legendaria compatriota Gabriela Sabatini.
Hoy, sin embargo, confesó: “No consigo subir una escalera sin sentir dolor. La rodilla me duele hasta cuando conduzco mi automóvil y muchas veces incluso cuando me voy a dormir. Es un calvario sin fin”, resumió en un video que publicó a días de disputar “El Último Desafío”, el 1 de diciembre.
Habrá que ver cómo se las apaña tras reconocer que “no puedo jugar al fútbol, no puedo jugar al padel y las lesiones me quitaron la posibilidad de hacer lo que más amo, jugar al tenis” y asegurar que “es muy difícil aceptarlo. Hay momentos en los que ya no tengo fuerzas. La mayoría de las veces debo fingir y poner buena cara, pero muchas veces me siento fatal”.
Consultado acerca de cuál podría ser la solución para los problemas que lo aquejan, Del Potro comentó: “Algunos médicos me recomendaron implantarme una prótesis, lo que me daría una mejor calidad de vida, pero otros me recordaron que aún soy joven y me acosejaron esperar hasta tener 50 años”.
“No puedo correr desde que tengo 31, ni subir una escalera o patear una pelota”, reiteró al preguntarse: “¿Debería esperar otros 15 años? Es terrible y espero que todo esto se termine algún día porque quiero vivir mi vida sin dolor”, completó.
Los problemas de Del Potro comenzaron a fines de 2018, cuando se lesionó en Shanghai y luego volvió a lesionarse la misma rodilla en Queen’s (rotura de rótula al año siguiente), situación que recordó así: “Cuando me operé por primera vez en junio, el médico me dijo que volvería a jugar en el lapso de tres meses.
Por eso firmé para disputar tres torneos bajo techo hasta fin de ese año”.
“Pero no fue así y todo comenzó con la primera operación, después de la cual me sometí a ocho con especialistas de todo el mundo. Cada vez que me anestesiaban, imaginaba que el problema se resolvería, pero dos o tres meses después de las cirugías, llamaba siempre a los médicos para decirles que no había funcionado y hasta hoy sigo buscando una solución”, completó.
Para graficar mejor su calvario, el argentino comentó: “Debo tener más de 100 inyecciones en la pierna, en la cadera y en la espalda. Me infiltraron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones. O sea, un sufrimiento a diario, que de hecho lo tengo padeciendo. Hoy, desde que me levanto, tomo entre seis y ocho pastillas para combatir el dolor y la ansiedad”.
Sobre su despedida, Del Potro destacó que bajó de peso y se entrena para “llegar lo mejor posible al partido con Novak, que fue muy generoso al aceptar la invitación y quien espero se lleve también el mejor recuerdo de Argentina, así como los aficionados, por tanto amor y cariño que me brindaron siempre”.
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