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Aouzal atrapado por la Justicia

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El fútbol, ​​deporte popular y apasionante por excelencia, se ha visto a menudo eclipsado por escándalos financieros y traiciones de sus dirigentes. Incluso hoy, Marruecos es escenario de un asunto que empaña la credibilidad de un entorno ya frágil. Mohamed Aouzal, ex presidente de la junta directiva del Raja Casablanca y figura influyente en el deporte nacional, acaba de sumarse a una lista ya demasiado larga de funcionarios encarcelados por casos de corrupción y malversación de fondos.

De hecho, el mundo del fútbol, ​​a menudo percibido como una pasión universal y un vector de sueños, a veces revela una cara muy oscura. Los líderes, que se supone encarnan la ética y el rigor, frecuentemente se encuentran cambiando sus palcos VIP por la paja de celdas austeras. La historia de Mohamed Aouzal, ex presidente de la junta directiva del Raja, no hace más que confirmar una tendencia preocupante: la corrupción y la malversación plagan las cumbres del deporte marroquí.

Golpe de gracia para un “sabio” del fútbol marroquí

El martes por la tarde, Mohamed Aouzal fue puesto en prisión preventiva y encarcelado en la prisión local de Aïn Sebaâ, conocida bajo el nombre de prisión de Oukacha. Esta decisión fue tomada por el juez de instrucción del tribunal penal de Casablanca, tras horas de interrogatorio en el marco de una investigación preliminar. El ex presidente de la junta directiva del Raja, considerado uno de los “sabios” del club, está acusado de fraude y complicidad en un caso que se remonta a 2006.

¿El denunciante? La compañía de seguros Axa, que alega que Aouzal incumplió un compromiso de asociación, acumulando así una deuda colosal de casi 39 millones de dírhams. El asunto, que había permanecido en la sombra durante mucho tiempo, ahora ha salido a la luz, revelando un nuevo caso de traición en un entorno en el que la ética parece ser un bien escaso.

El caso Aouzal se suma a una serie de escándalos que ya han enviado a varios dirigentes del fútbol marroquí tras las rejas. ¿Cómo olvidar los reveses judiciales de Saïd Naciri, ex presidente de Wydad Casablanca (WAC), acusado de cargos tan graves como el tráfico de drogas? ¿O Aziz Boudrika, ex líder del Raja, detenido en Alemania y pendiente de extradición a Marruecos? Por no hablar de Mohamed Hidaoui, presidente del Olympique Safi, implicado en el sonado escándalo de las entradas para el Mundial y de otros, verdes e inmaduros.

Y la lista continúa. Estos casos revelan un profundo mal en la gestión del fútbol marroquí, donde ciertos dirigentes parecen haber confundido sus responsabilidades con una oportunidad de enriquecimiento personal. El deporte, que se supone es un vector de unidad y pasión, se transforma en un escenario de codicia, donde a veces circulan millones en detrimento de clubes, jugadores y aficionados.

Mohamed Aouzal: un pasado prestigioso, un presente empañado

Irónicamente, Aouzal alguna vez fue considerado un pilar del deporte nacional. Ocupó cargos clave, en particular en la Real Federación Marroquí de Atletismo, de la que fue presidente, y en la Real Federación Marroquí de Fútbol. Durante su mandato, Raja disfrutó de períodos de gloria, pero esta aura de respetabilidad se está desmoronando hoy ante las acusaciones que ensombrecen toda su carrera.

Este último escándalo plantea una pregunta fundamental: ¿cómo puede un hombre que ha ocupado cargos tan prestigiosos caer en tales excesos? La respuesta puede estar en un sistema en el que la falta de transparencia y supervisión alimenta los abusos de poder.

El fútbol marroquí, rico en historia y fervor popular, merece algo mejor que ser escenario de estos escandalosos excesos. Los directivos, que se supone son los guardianes de la integridad del deporte, deben adoptar una ética impecable. Sin embargo, estas recurrencias muestran hasta qué punto los valores deportivos son a menudo sacrificados en aras de la codicia.

Mientras Mohamed Aouzal espera conocer su suerte, ha llegado el momento de que las autoridades deportivas y judiciales redoblen sus esfuerzos para limpiar este escenario gangrenoso. Porque más allá de los individuos, lo que está en juego es la credibilidad de todo un sistema. Los aficionados marroquíes, leales y apasionados, merecen un fútbol donde los escándalos financieros dejen finalmente paso a la excelencia deportiva.

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