Algunos casos escapan a la lógica científica que rige el fútbol hoy y aportan consuelo al lado más romántico del deporte. En la región de Bretaña, en la provincia de Finistère, que da la impresión de estar en el fin del mundo cuando todavía se pensaba que la Tierra era plana, podemos encontrar un claro ejemplo en una de las ciudades más singulares de Francia. . Brest, ciudad de 140.000 habitantes situada en el extremo oeste de Francia, ha escrito algunas páginas en la historia del país. Sin embargo, ninguno de ellos hablaba hasta ahora de un pequeño equipo de fútbol que logró llegar a la Ligue 1 hace siete años, con un presupuesto de apenas 48 millones de euros para competir con los mejores clubes del continente. Si nos fijamos en la clasificación de la Liga de Campeones, se podría incluso argumentar que actualmente son el cuarto mejor equipo de Europa.
El modesto Stade Brestois 29 llega a Montjuïc con 10 puntos de 12 posibles, disputando teóricamente sus partidos en casa a 115 kilómetros de distancia, ya que la UEFA no les permite jugar en su propio estadio por motivos de seguridad relacionados con el tipo de construcción utilizada. las gradas (se trasladarán a un nuevo estadio en 2027). Su espectacular inicio de Liga de Campeones, con una cuarta plaza en la clasificación, por delante de equipos como el FC Barcelona, al que se enfrentará este martes, contrasta con un inicio de temporada más modesto en Liga, donde se encuentra actualmente. en el puesto 12, sólo tres puntos por encima de la zona de descenso. Sin embargo, el partido de esta noche en Montjuïc, dada la naturaleza de sus anteriores rivales de la Liga de Campeones (Leverkusen, Sturm, RB Salzburg y Spartak Praga), presenta una verdadera prueba de fuego.
La historia del Brest, cuyo último ascenso a la primera división se remonta a 2019, dio un giro inesperado la temporada pasada cuando se clasificó para la Liga de Campeones con el entrenador Éric Roy. El ex jugador del Niza, Olympique Lyonnais y Rayo Vallecano, que se enfrentó al FC Barcelona hace 22 años, llegó en enero de 2023, cuando los bretones simplemente luchaban por sobrevivir. Sorprendentemente, Roy no había entrenado durante 11 años, siendo su última experiencia en Niza, su ciudad natal. De hecho, se graduó como entrenador en la misma promoción que Zinedine Zidane, pero había permanecido inactivo, desempeñando otros roles en el fútbol (fue director deportivo en Watford y Lens). El director deportivo del Brest, Grégory Lorenzi, exdefensa del club que ocupa el cargo desde 2016 y ha recibido ofertas de toda Europa para entrenar a un equipo más grande, destacó su talento y le ofreció el puesto.
Pese a todo ello, el Stade Brestois es un equipo con muy pocas estrellas. Sin embargo, el equipo de Roy explota a la perfección sus puntos fuertes: intensidad, presión alta y garra. Algo parecido al Atalanta, aunque sin la habilidad del equipo de Bérgamo. Luis Enrique dijo el año pasado que fue el equipo que más compitió contra ellos durante la temporada, más que cualquier otro equipo en la Liga de Campeones. El símbolo del club es el capitán y defensa central Brandon Chardonnet, el único jugador que formó parte de este Brest que ascendió en 2019 y el único que ha experimentado el descenso. De hecho, debutó al final de un partido contra el PSG (el mismo partido en el que se retiró David Beckham). Además de Chardonnet, el equipo perdió por lesión a su mejor jugador, el centrocampista Pierre Lees-Melou, que no jugará hasta finales de año. Ahora cuentan con nuevos delanteros como Ludovic Ajorque y el senegalés Abdallah Sima, que ha marcado tres goles en la Liga de Campeones.
Lorenzi supo hacer compras inteligentes y maximizar la rentabilidad en el mercado de fichajes. La temporada pasada, a pesar de ser una de las más difíciles pero también la más exitosa de su historia, el Brest vendió (por 18 millones de euros) más de lo que compró (por 13 millones de euros). El equipo se ha reforzado para competir tanto en la Ligue 1 como en la Liga de Campeones. El mérito es en gran parte suyo, pero también de la sencilla organización de un club presidido por Denis Le Saint, un empresario local al frente de una poderosa empresa de distribución de productos frescos. El partido contra el Barça es visto ahora dentro de la dirección del club –y en toda la ciudad– como una recompensa a este largo viaje y, tal vez, una oportunidad para desafiar una vez más la propia ciencia que gobierna el fútbol.
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