Hay ideas que sacuden conciencias, difunden libertad, aumentan la esperanza y hacen avanzar al mundo. Hay otros que siembran el caos, incitan a la violencia, conducen a la muerte y a la destrucción. Estos últimos son difíciles de detener porque se propagan como el veneno esparcido en un cielo tormentoso por los predicadores del odio. El único medio de que disponen las democracias para protegerse es la ley, que permite castigar, condenar y encarcelar a quienes son los vendedores ambulantes de estas ideologías mortíferas, a la vanguardia de las cuales se encuentra el islamismo radical.
Al proponer derogar el delito de glorificación del terrorismo, La France insumise se sitúa una vez más en el campo de los sembradores de discordia. La explicación es sencilla: varios diputados de este movimiento político están siendo perseguidos por la justicia francesa, precisamente por apología del terrorismo. Entonces, en lugar de cambiar la naturaleza de sus escandalosos comentarios, simplemente proponen cambiar la ley. Desagradable.
Deseo de desestabilizar nuestras instituciones y nueva prueba constitutiva de un pacto con los islamistas
En este mes oscuro en el que las víctimas del terrorismo oscilan en su sudario de dolor -pienso en Samuel Paty, en los jóvenes de las terrazas parisinas o del Bataclan, en los del Hyper Cacher de Vincennes o en charlie hebdo –, hay iniciativas que se rebelan. Hay que recordar que esta incriminación de apología del terrorismo es una puerta de entrada jurídica que ha permitido a los investigadores seguir en varias ocasiones la pista de las células dispuestas a actuar. Detener a personas que ya estén armadas con cuchillos o Kalashnikovs. Y para detener el yihadismo en línea que recluta seguidores cada vez más jóvenes y radicalizados.
No es un “truco de comunicación”
Lamentablemente, no creo en la teoría del “truco publicitario” proveniente de un partido que implementa metódicamente su estrategia de socavar nuestro Estado de derecho. Se trata de una voluntad de desestabilizar nuestras instituciones y de una nueva prueba constitutiva de un pacto establecido con los islamistas.
Escucho las voces valientes pero solitarias de hombres y mujeres de izquierda que, como Carole Delga, denuncian “un brazo de honor a la labor de discernimiento de la justicia en nuestro país, garante de la libertad de expresión”. O, como Manuel Valls, que arremete contra una propuesta del ” lástima “, instando a los socialistas a romper definitivamente con LFI. el famoso “Dos izquierdas irreconciliables” a quienes ya estigmatizó en 2016 pero que continúan su enfermiza convivencia con el objetivo de conservar cargos y mandatos.
El resto después de este anuncio.
Hoy lo que ya no es reconciliable es nuestro país con quienes lo fracturan, lo dividen, lo lastiman. Todos estos odiosos funcionarios electos que nos ponen un blanco en la espalda todos los días, con el argumento de que estamos luchando contra su fanatismo ideológico totalitario. Y que, colmo del cinismo, avanzan los peones de su tablero de la desgracia, creyendo que los métodos antiterroristas reprimen la libertad de expresión, en un axioma maquiavélico. Entonces no. No en nombre de la República Francesa. No en nombre de la libertad de expresión.
France
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