Llegados a este punto, permítanme una pequeña reflexión personal que podría incluso ser un consejo. (Me lo permito dada mi edad y experiencia).
En las relaciones humanas, el paso de la fuerza sólo tiene un efecto: polarizar a las partes con la consecuencia de que incluso los más moderados y reflexivos ya no se ven… Un debate bueno y franco entre personas responsables que presenten argumentos irrefutables no conducirá sin duda al apoyo voluntario de todos, pero podría abrir caminos para todos.
Pasemos ahora al tema que para mí es más importante y sobre el que me gustaría llamar su atención. Este es el futuro de la educación calificada.
aprender a vivir
Desde que era estudiante de secundaria, las opciones de calificación han tenido una imagen negativa en nuestra sociedad y las últimas reformas que se le han impuesto (por ejemplo el PEQ) no devuelven en modo alguno su aura.
Como docente desde hace tantos años, puedo decirles y lo defiendo sin reservas, los jóvenes que van a la escuela en sectores calificados no vienen allí simplemente buscando trabajo.
La escuela es mucho más que eso, incluso en términos de cualificación.
La escuela consiste en aprender a vivir en sociedad, a escuchar a los demás, a pensar, a intercambiar ideas, a criticar, a crecer. La escuela se trata de descubrir y aprender sobre mundos desconocidos, a veces inaccesibles o en los que no tenemos ningún interés. La escuela consiste en abrir los pensamientos y la personalidad.
¡No saquen a los jóvenes de la escuela!
Dejar posibilidades
¿Qué será de los jóvenes del sector “automóvil” que realizaron prácticas en Audi Forest? Espero sinceramente que su carrera académica en francés, matemáticas, economía, etc. les permita recuperarse.
Otra cuestión que me interesa mucho es la de la posibilidad de que estudiantes cualificados puedan cursar estudios superiores. De los cientos de jóvenes a los que he enseñado, un número significativo ha llegado a la educación superior.
No cerrar las puertas, dejar posibilidades… Nunca sabemos lo que la vida nos puede deparar.
Aquí me gustaría llamar su atención sobre dos perfiles que se encuentran comúnmente en mis clases.
El primero es el de un joven que inició su carrera en la general. Posteriormente, por diversas razones, ya no estaba en línea con el discurso elitista que encontramos en muchas instituciones de educación general. En un momento, cayó la sentencia: “No cumples con nuestras expectativas… ¡Tenemos que salir!” Puedo darles ejemplos de jóvenes que llegan, a sectores clasificatorios, completamente devastados y habiendo perdido toda confianza en sí mismos.
Huelga de profesores francófonos el 26 de noviembre: “No son las clases, sino escuelas enteras las que tendrán que cerrar”
El segundo perfil es el de estos adolescentes en medio de una crisis contra la sociedad, la autoridad y por tanto la escuela. A menudo llegan a la clasificación porque allí debería estar bien…
¿Cuál es entonces nuestro asombro y alegría de que nosotros, los docentes, los encontremos en su último año, como jóvenes adultos maduros y reflexivos que desean continuar su carrera escolar?
Este martes decidí no hacer huelga sino hacer labor educativa. Intentaré dialogar con todas las personas que conozca sobre mis esperanzas y temores para el futuro de la escuela.
El trabajo más bonito del mundo.
Quería dedicar parte de mi tiempo a escribirte.
Les agradezco de antemano el tiempo y la atención que le brindarán a mi reflexión.
Aunque a veces estoy exhausto y desanimado, estoy seguro de que ejerzo el trabajo más hermoso del mundo, el de educar, es decir, llevar lo más lejos posible a cada joven que se me ha confiado, incluso si no es el El más rápido, el más inteligente, el más talentoso.
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