Desde los primeros minutos la tensión estuvo al máximo. Modou Lo, sereno y concentrado, adopta una actitud cautelosa ante un Siteu igualmente metódico. Este último, aunque reservado, se mantiene atento, retirándose en ocasiones para analizar mejor los movimientos de su adversario. Mientras Modou multiplica los ataques, Siteu consigue liberarse hábilmente, obligando al árbitro a interrumpir la acción para devolver a los luchadores al centro de la arena.
En el tercer minuto, la intensidad aumentó: Modou Lo redobló sus esfuerzos, pero una rápida secuencia de Siteu le obligó a hacer una pausa médica para tratar una leve lesión. Lejos de desestabilizarse, Modou regresa al ring con renovada determinación, optando por un enfoque más ofensivo. Por su parte, Siteu hace una defensa impecable, frustrando los intentos de su rival.
El árbitro interviene de nuevo para advertir a los dos luchadores: una advertencia para Modou y dos para Siteu, lo que añade más suspenso a una pelea ya acalorada. Los intercambios, marcados por una tensión palpable, alcanzan un nivel de intensidad en el que cada gesto podría ser decisivo.
La primera ronda, según los expertos, parecía más una guerra de desgaste que un verdadero choque técnico. A pesar de una impresionante gestión espacial, Siteu no logró infligir daños significativos a un esquivo Modou.
Al comienzo de la segunda vuelta, las hostilidades se reanudan con fuerza. Después de algunos intercambios, parece que se avecina un primer choque decisivo: Modou Lo agarra a Siteu detrás de las bolsas e intenta lanzarlo. Pero, en un sorprendente reflejo, Siteu se libera y recupera el equilibrio.
Los árbitros, ante la ambigüedad de la acción, solicitan al VAR que determine si ha habido caída. Después de un cuidadoso análisis, se tomó la decisión: no se notó ninguna caída. La pelea se reanuda en una tensión palpable, con Modou levemente herido en la cara pero aún combativo, y un Siteu implacable, concentrado en el más mínimo detalle.
Los minutos finales de la segunda vuelta estuvieron marcados por la extrema precaución por parte de ambos bandos. Los dos luchadores, visiblemente agotados, intercambian algunos intentos más, sabiendo que el más mínimo error podría ser fatal. En una arena silenciosa, donde el público contiene la respiración, la intensidad alcanza su punto máximo.
Al pitido final, el árbitro designa a Modou Lo como ganador. Bajo los vítores de sus seguidores, el Rey de Arenas saluda con respeto a su oponente. Siteu, aunque ha realizado una actuación valiente, debe ceder ante el poder y la determinación de Modou Lo. A pesar de la derrota, recibe el aliento de su público, mientras Modou celebra una victoria que consolida aún más su condición de leyenda.
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