Este domingo, día del derbi entre el Stade Français y el Racing 92, se cumplen cuatro años desde que Christophe Dominici nos dejó. Y cuando vemos la actuación de Lester Etien en la banda, nos decimos que tal vez haya una señal del destino…
La previa al partido estuvo lógicamente marcada por la emoción. Este domingo se cumplieron cuatro años desde que Christophe Dominici perdió la vida, demasiado joven. Por eso se le rindió un homenaje antes del inicio del partido en el estadio Jean-Bouin, donde el fuego fatuo multiplicó tantas hazañas hasta convertirse en una leyenda del Stade français. Sobre el terreno de juego, la cuestión era, por tanto, para los actuales jugadores del club parisino, ser dignos de este delantero brillante y ultraespectacular. Esto es bueno, el paso a un rugby más ofensivo era el gran proyecto deseado por el equipo de Laurent Labit desde el verano pasado y esto puede, en parte, explicar las inmensas dificultades al inicio del campeonato.
Pero, en este derbi, los Soldados Rosas demostraron inmediatamente que tenían hormigas en las piernas. Especialmente uno de ellos… ¿Quién sino el número 11, ese que tantas veces le ha grabado a “Domi” en su espalda? Era Lester Etien quien estaba completamente desatado. Autor de un comienzo de partido bastante loco, rápidamente se vio recompensado con un primer intento, puramente como extremo, con un gancho interior sobre el último defensor. Posteriormente, el interesado lo vivió casi todo ya que poniendo tanta energía en ataque como en defensa llegó dos veces a la enfermería solo en la primera parte. No volvió después del segundo paso por boxes…
Allí tampoco el amigo Dominici habría repudiado al heredero, ya que estaba acostumbrado a meter la nariz en lugares generalmente poco frecuentados por los extremos. Y Etien, durante su regreso al campo, tuvo tiempo de anotar un doble, derribando a Henry Arundell rápidamente (por favor) antes de atacar a Sam James al contacto. Todo un guiño.
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