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Antídoto y anestesia

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En un partido sobrio, serio, profesional, el Athletic derrotó a la Real Sociedad para poner el broche a la jornada 14 de Liga. La noche dominical esperaba una nueva edición del cara a cara más notable de Euskal Herria en su vertiente futbolística y, aunque no decepcionó en su primera parte, fue dirigiéndose hacia un cierre de escaso ritmo. El caso es que los ‘leones’ se llevaron los tres puntos con un gol de Oihan Sancet.

El ‘8’ anotó su diana poco antes de que se cumpliera la media hora inicial. Afincado delante del segundo palo, recibió un envío bombeado de Nico Williamsque había apurado la línea de fondo por el sector contrario de la caja de Álex Remiro. Su compañero, al recibir el cuero, lo trasladó abajo con contundencia, torciendo el cuerpo hacia delante para usar su frente como si de un martillo se tratase y privando, así, de opciones de parada a su rival, que llegó a desviar la trayectoria que le retaba.

El tanto premió uno de los varios contextos del encuentro en los que el equipo de Ernesto Valverde se mostró superior. Aunque se dieron periodos de valle y oportunidades claras para la expedición de Imanol Alguacil, el peso residió más bien en los hombros de los anfitriones. La propuesta ‘txuri-urdina’, salir con calma desde atrás y provocar una presión alta que es sello del Barcelona y que ya le causó problemas hace dos semanas, nunca encontró vías. Los rojiblancos las neutralizaron todas.

En este intercambio de pizarras, tuvieron lugar varias aristas tácticas interesantes. Por ejemplo, Nicoantes de dar el pase de gol que, merecidamente, anota su nombre en el marcador como asistente, se mostró bastante frustrado. Retó a Barrenetxea, solidario en labores defensivas, a Aguerd y a Aramburu y no consiguió superar a ninguno. Solo el paso del tiempo y el ejercicio de la insistencia crearon grietas por el lado de Jon.

La búsqueda de asociaciones rápidas por parte de la Real Sociedad tenía, en uno de sus objetivos, conectar con los hombres alineados con la defensa del Atlético para que estos jugaran de cara y propiciaran alteraciones en el orden De Marcos-Vivian-Yeray-Yuri. Los cuatro eran conscientes de ello, especialmente los dos centrales. Dani llegó a debatir varias veces con el árbitro después de cometer faltas cuando saltaba de su sitio para evitar recepciones ajenas porque no veía justo conceder infracciones por meter el pie y que, en el momento preciso, su rival se interpusiera entre él y la pelota.

Este tipo de detalles, habitualmente soterrados cuando la acción es más delirantesalieron a la luz en San Mamés. Incluso en unas postrimerías lentas, con más pausas para sustituciones o tarjetas amarillas que llegadas de peligro, los aficionados pudieron comprobar el temperamento de Yuri, que se encaró con Aramburu y recibió un pisotón suyo más adelante. También tuvo sus más y sus menos con Mikel Oyarzabal. Hasta Ander Herrera, de rictus normalmente amable, se vio metido en estas porfías.

Lo que debe prevalecer de ellas, eso sí, es que a la Real Sociedad se le fue escapando el partido sin una respuesta ni desde los titulares ni desde los cambios de Imanol. Brais Méndez y Sheraldo Becker, las alternativas más ambiciosas o, al menos, con más potencial de cambiar el signo de la cita, ingresaron en el minuto 60, pero apenas causaron impacto. Solo Oyarzabal se acercó al empate con una volea para finalizar una jugada ensayada de córner. Mandó la bola directamente a las vallas publicitarias de detrás de Agirrezabala.

Para justicia de estas líneas, es preciso mencionar también que, al poco de arrancar la segunda parte, Beñat Prados dispuso de una oportunidad clara para firmar el 2-0, pero no halló la forma de alcanzar un pase raso entre piernas contrarias. De este modo, si bien los ‘txuri-urdines’ pudieron igualar a pesar de no llevar el choque adonde querían, asimismo pudieron los ‘leones’ ampliar su renta. Funcionó el antídoto contra el planteamiento donostiarra y la anestesia hizo el resto.

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