El día después del anuncio de la panteonización del historiador y resistente Marc Bloch, cuya obra Gaspard Koenig ha estudiado ampliamente, el filósofo y ensayista pretende encontrar “Es un poco paradójico que un historiador que marcó la disciplina liberándose de la noción de “gran hombre” se encuentre ahora en un cementerio dedicado a los grandes hombres.“. Es bastante severo con estos procesos de panteonización, que “son una manera para que el poder, el Estado, nacionalice talentos, individuos, incluso después de su muerte, y los ubique en un edificio que es básicamente el cementerio más mineral, más triste que existe.” : “Poner al ser humano en esta especie de habitación de mármol o piedra es básicamente querer intentar conquistar unas décadas o unos siglos a lo largo de la eternidad.“.
En su libro “Agrofilosofía”, intenta mostrar “que todo pensamiento proviene de la base, y que la manera en que pensamos, la manera en que reflexionamos sobre el mundo, está muy a menudo inspirada, incluso de manera un tanto inconsciente, por la manera en que nos comportamos con nuestro propio entorno, con respeto a sus recursos“. Porque para él, “Los filósofos nunca se han ocupado mucho del suelo, de la agricultura como tal, porque a menudo los filósofos son urbanitas y desde hace 2500 años miran al cielo, están fascinados por los ciclos cósmicos, a menudo también son astrónomos, al menos en la Antigüedad. , y lucen muy pequeños bajo sus pies.“.
Está particularmente interesado en el humus, “lo que transforma la muerte en vida, lo que siempre separará las moléculas de los cuerpos orgánicos, de los cuerpos organizados, de los cadáveres de plantas y animales, los transformará en pequeños elementos y permitirá que el progreso de ‘suceda eliminando lo viejo, por eliminando el cadáver’. En particular, toma el ejemplo de Saint-Augustin, que dijo sentirse culpable por haber robado y, sobre todo, haber apreciado una pera: pero Gaspard Koenig, “¿Por qué las peras saben tan bien? Esto es para que los mamíferos como nosotros las coman y luego esparzan las semillas por todas partes y permitan que la especie se desarrolle. (…) Este tipo de culpa que san Agustín quiere que sintamos es precisamente todo aquello de lo que una ecología un tanto coherente debe distanciarse. Y por eso la idea de ecología punitiva, de culpa, etc. es en realidad una idea anti-ecológica“.
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