Un sólido thriller que confirma el saber hacer de Jérémie Guez.
Después de su serie BRIJérémie Guez continúa con un nuevo thriller. Esta vez abandona a la policía y el ambiente taciturno, para centrarse en un grupo de gangsters nerviosos y animados. En papel Tigres y hienas Parece una producción de plataforma común. Un joven matón une fuerzas con dos matones convertidos. ¿Su objetivo? Sacar a su suegro de prisión y, para ello, realizar un atraco improbable.
Sofiane Zermani, Vincent Perez, Olivier Martinez y el excelente Waël Sersoub responden así en un thriller cromado con ejecuciones sumarias, persecuciones y traiciones de todo tipo. Hay en Guez un placer comunicativo en el cine, una manera de rendir homenaje a los clásicos del género (a través de la trama, los diálogos, la forma de retratar a los personajes) que hace que su placer sea muy comunicativo. Ya lo hemos visto varias veces, pero Guez se deja infundir por su personalidad y sin reinventar los códigos del género firma una película muy cuadrada.
Humor, relajación (Fianso tocando muy relajado y ayudada por frases elaboradas vuelve a ser fantástica), ya que la espectacular ejecución de las escenas de acción hacen que esta película sea muy recomendable. No es el thriller del siglo, pero está a medio camino entre la tradición del cine de matones hecho en francia (pensamos en Melville o Jules Dassin) y la película de atracos de Hollywood (¿un pequeño guiño a la familia Ocean?), Guez consolida un poco más su película sólida e intrigante. Estamos esperando la secuela.
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