Una Ucraniael país se prepara para un invierno que promete ser difícil: el domingo 17 de noviembre de 2024, Rusia inició sus ataques contra la infraestructura energética del país y, ahora, el 65% de las capacidades de producción del país están destruidas. En el norte de Kharkiv, Vitali lucha por abrir su puerta. La casa de este jubilado resultó gravemente dañada por una ojiva que cayó en agosto de 2024 a unos treinta metros de distancia. “Esta puerta está completamente arruinada, hay corrientes de aire por todas partes.“, dijo.
En el pasillo, Vitali, decepcionado, nos muestra los bloques de poliestireno que tapan los agujeros de las paredes. Afuera empiezan a caer los primeros copos de nieve. “Se acerca el invierno y no tengo dinero para reparar mi casa. Si los rusos apagan la calefacción, no sé qué será de mí.“, preocupa Vitali.
“Los ataques rusos dejan a los residentes sin calefacción ni electricidad”
Después de tres años de guerra, Rusia se ha acostumbrado a atacar la infraestructura energética para paralizar la economía y desmoralizar a la población. “Los ataques rusos dejan a los residentes sin calefacción ni electricidad, no sólo en la región de Kharkiv, sino en todo el país.“, explica Ievgen Ivanov, vicegobernador de la administración militar de la región de Járkov. “Créanme, ninguna defensa en el mundo, ni siquiera el mejor sistema de defensa aérea, puede proteger contra docenas de misiles balísticos o de crucero. Especialmente cerca del frente“, continúa.
En su apartamento del noveno piso de un edificio soviético, Irina deshace las maletas delante de nosotros, amontonadas cerca de la puerta: “Estamos listos para huir. Tengo todo lo necesario para varios días: cambio de ropa, medicinas, comida.“.
“Se ha encarecido todo, las subvenciones que recibo no son suficientes”
En los alrededores de la ciudad, la guerra ha sumido en la precariedad al campo y a sus habitantes. Larissa es una veterana que regresa a casa después de dos años y medio cerca del frente. Teme no tener medios para calentarse durante todo el invierno. “Los precios han aumentado enormemente, absolutamente en todo: productos, calefacción, leña. Absolutamente todo. Incluso las medicinas explica Larisa. Todo se ha vuelto muy caro. Los subsidios que recibo, que son muy, muy bajos, no alcanzan para pagar el gas.“.
En la chimenea de su salón, un fuego de briquetas, entregado por una ONG, calienta la habitación. Junto al retrato de su hermano, muerto en combate, Larissa espera poder recuperar fuerzas este invierno. La próxima primavera planea regresar al frente.
Un informe de Stanislas Poyet, editado por Diane Warin.
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