Durante años, parece que no hay amor entre el director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, y la Administración Federal de Aviación, que otorga licencias para los lanzamientos de cohetes comerciales.
Musk ha utilizado repetidamente X, la plataforma de redes sociales anteriormente conocida como Twitter que compró hace dos años por 44 mil millones de dólares, para criticar a la FAA y acusar a la agencia de retrasar las pruebas de Starship.
En una publicación del 17 de septiembre, amenazó con demandar a la agencia por “extralimitación regulatoria”.
Musk, quien recientemente fue elegido por el presidente entrante Donald Trump para dirigir un nuevo “Departamento de Eficiencia Gubernamental”, también publicó el 25 de septiembre que cree que el administrador de la FAA, Mike Whitaker, “debería renunciar”.
Musk también ha alegado que las actividades de la agencia han tenido “motivaciones políticas” para castigar a SpaceX.
Las afirmaciones de Musk se produjeron después de que la FAA propusiera 633.009 dólares en sanciones civiles contra SpaceX, diciendo que la compañía violó los requisitos de la licencia de lanzamiento dos veces durante los vuelos de su cohete Falcon 9.
SpaceX ha negado haber cometido irregularidades relacionadas con esos requisitos y ha afirmado que ninguna de las acusaciones está relacionada con la seguridad pública. En una carta del 18 de septiembre, la compañía dijo que también había notificado con anticipación a la FAA sobre los cambios en sus operaciones de lanzamiento y que la agencia no actuó de manera oportuna.
Aún así, la FAA otorgó a SpaceX su tan esperada licencia para seguir adelante con el quinto lanzamiento de prueba sin tripulación de Starship en octubre, y esa misma licencia de lanzamiento cubre el vuelo de prueba de esta semana.
Es la primera vez que SpaceX no ha tenido que volver a la FAA para aprobar los cambios en la licencia de lanzamiento desde que la compañía comenzó esta campaña de pruebas hace años.
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