Podría haber programado sus despedidas en el próximo Roland-Garros, su tierra santa. Finalmente decidió guardar sus raquetas para la fase final de la Copa Davis que se disputa esta semana en su casa en España. Evidentemente, allí se celebrará como merece la retirada de Rafa. Por los aficionados malagueños, por supuesto, pero también por toda la familia del tenis mundial que estará muy conmovida por el momento. Nadal es, por supuesto, el ganador de todos los superlativos con 22 Grand Slams y 36 Masters 1000. Pero también es, y sobre todo, una personalidad poco común que ha escrito la historia de su deporte. Guerrero indomable y fiera de lucha en la pista, el toro de Manacor dejó huella con su comportamiento caballeroso fuera de la pista. Era imposible encontrar un enemigo declarado detrás del escenario del circuito. El hombre es apreciado por todos. Y por una buena razón. Como todo un campeón, siempre ha tenido un comportamiento ejemplar con sus oponentes, los medios o el público. Ni un gesto de mal humor, ni una disculpa innecesaria tras una derrota, ni una palabra hiriente. Y disponibilidad permanente para firmar un autógrafo o tomarse un selfie. En verdad, en él el respeto y la humildad están escritos en sus genes, un poco como el liftado de derecha a lo largo de la línea. Sí, después de Roger Federer, es una leyenda, en el pleno sentido de la palabra, que se prepara para abandonar los escenarios. Y evidentemente nada volverá a ser igual en ambos lados de la red. De Vamos Rafa a Adios Rafa sólo habrá un paso.
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