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El alcalde ecologista de Lyon, Grégory Doucet, denuncia la austeridad presupuestaria prevista por el gobierno, que pide 5 mil millones de euros de ahorro a las autoridades locales.
TRIBUNA – En veinte años, Francia ha visto aumentar su deuda de 1.082 mil millones de euros a principios de 2004 a más de 3.228 mil millones de euros. Para reequilibrar las cuentas públicas, el nuevo gobierno coloca “una espada de Damocles” sobre las autoridades locales al planear reducir su presupuesto en más de 5 mil millones de euros.
Por su parte, las ciudades gestionan sus finanzas de forma eficaz. Como prueba, de 1993 a 2023, su deuda aumentó del 9,2% del PIB al 8,9%. Y durante estos 30 años, la del Estado pasó del 33,7% al 90% del PIB. Con la regla de oro de las finanzas públicas locales, las comunidades tienen la obligación de votar por un presupuesto equilibrado. ¿Deberían penalizarse los buenos directivos?
A través de nuestros gastos de inversión y operación contribuimos a toda una economía territorial. Casi una cuarta parte de las inversiones públicas provienen de los presupuestos de los pueblos y ciudades. Estos gastos sustentan todo un ecosistema de actores económicos que van desde empresas de construcción y obras públicas hasta la agricultura local.
Por lo tanto, esta elección de austeridad financiera conduciría a graves recesiones en nuestras economías locales que a su vez tendrían repercusiones duraderas en la economía francesa.
Los alcaldes se movilizan en cada crisis
Ante las recientes crisis que ha atravesado nuestro país (Covid-19, energía, inflación, movimientos sociales, violencia urbana), los alcaldes han sabido movilizarse cada vez para responder a las necesidades de los franceses. La capacidad de respuesta de los agentes de las administraciones locales ha sido fundamental para garantizar la cohesión social de nuestro país. La drástica reducción del gasto es sinónimo de deterioro de los servicios públicos cotidianos: se pondrían en peligro guarderías, escuelas, residencias de ancianos, instituciones culturales, servicios de apoyo a las personas mayores, policía municipal, asociaciones, etc.
Las inversiones para adaptar nuestros territorios al calentamiento global también se retrasarían aunque la urgencia es clara. Una decisión así agravaría las desigualdades sociales y afectaría principalmente a los más vulnerables.
“La drástica reducción del gasto es sinónimo de degradación de los servicios públicos cotidianos. » Grégory Doucet, alcalde de Lyon
El gobierno debe abandonar este proyecto mortal y considerar a las comunidades locales como verdaderos socios. No sólo no somos la causa del déficit sino que somos una fuente extraordinaria de soluciones para hacer frente a la emergencia climática y las desigualdades sociales.
Tanto los alcaldes como los electos locales, tenemos una visión de Francia donde cada euro gastado sirve al interés general, donde cada decisión política se toma teniendo en cuenta las realidades locales y esto, las antípodas de este proyecto inicuo que nos hará perder todas las mesas: económica, social, ecológica y democrática. Como alcalde de Lyon, me niego a que nuestra ciudad, como tantas otras, se transforme en una variable de ajuste.
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