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El Barça Femenino vuelve a apalizarnos

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Buenos días, amigos. Lo de ayer en el Di Stéfano escuece. Había legítimas esperanzas de que el primer equipo femenino del Real Madrid derrotase por fin al Barcelona. La plantilla se ha reforzado con jugadoras de primer nivel (Leopolz, Alba Redondo y otras futbolistas de categoría contrastada), ha solidificado el rendimiento de delanteras como Linda Caicedo o Feller y ha recuperado una estrella mundial del fútbol femenino como Caroline Weir, de vuelta tras su grave lesión y dando lo mejor de sí misma.

Nada de esto parece ni de lejos suficiente para plantar cara al Barcelona, lo cual crea una sensación que externamente se traduce en frustración e internamente en una especie de resignación que escama. Tal al menos es la sensación que se transmite. El equipo está lejos de poder ganar al Barça, que volvió a arrasarnos.



Las portadas cataculés, como era de prever, hacen todo el daño que pueden, se ceban con la desgracia blanca y se pavonean en su aparente omnipotencia. Les conocemos. Dios no les llevó por el camino de la elegancia. Pero la culpa es nuestra por darles la oportunidad de darse este festín.

“Otro 0-4 al Madrid”. “Un baño más”. La rechifla va dirigida a la médula del daño infligido, y la coincidencia del resultado con el sufrido ante el mismo rival en su sección masculina, hace aún demasiado poco tiempo, espolvorea más sal aún sobre la llaga.

La situación del equipo es dolorosa, y pende sobre ella una especie de fatum. Se ha reforzado hasta el punto en que parece improbable que pierda ante alguien que no sea el Barcelona, pero aún más improbable que gane al Barcelona. Tiene una calidad que le permite destacar entre todos los demás, pero el nivel alcanzado está en un estrato muy inferior al del rival.

La sección se creó a resultas de una presión social que no era desafinada, pues éramos el único club de élite que aún no había hecho una apuesta por el fútbol femenino. Por entonces, nadie pensaba en qué haríamos después, qué objetivos competitivos se le asignarían a la sección. Han pasado suficientes años desde la creación de la misma como para preguntarnos cuáles son esos objetivos. El análisis tiene que ser frío, pero no puede perder de vista el sinsentido esencial que supone unir la marca Real Madrid a un equipo que anda a la deriva porque no tiene recursos futbolísticos para hacer sombra a un rival que, de seguir así las cosas, le impedirá por siempre alcanzar títulos. Y la aspiración de ganar títulos constituye la esencia misma de la existenciadel Madrid, en cualquier sección que tenga.

Ahora mismo, el Real Madrid posee una sección que está condenada a no ganar, o a ganar siempre menos en los momentos decisivos: para un club como el blanco, no hay casi diferencia entre una cosa y otra. Va a ser difícil convencer al madridismo de que debe estar estar feliz con un planteamiento que se da de bruces con la propia esencia de la entidad, porque será casi seguro que vencerá a cualquiera que no vista de blaugrana, pero perderá inexorablemente con quien luce esos colores. Eso es inaceptable. Es de primero de madridismo.

Dar de baja la sección no entra en ningún planteamiento desde ningún prisma, ni el sociológico ni en el deportivo, pues supondría la aceptación de una derrota global que un club como el nuestro no puede permitirse hacer. Hay que luchar contra lo que hay, y para ello llevar a cabo un análisis que no desdeñe un uso inmisericorde del bisturí. Considerando que la sección (y esta es una excelente noticia) ya es financieramente rentable por el interés de los patrocinadores, no parece descabellado poner en juego la chequera con el objetivo de alcanzar la competitividad contra el Barça. De lo contrario, la sección languidecerá de un modo incompatible con el escudo que la adorna.

Nunca pensamos que diríamos esto, pero la propia entidad catalana puede servir de ejemplo. Ha usado la pujanza del balompié femenino para convertir la sección en rentable, y se aprovecha de sus propios ingresos para fichar lo mejor. Hagamos lo mismo. Aprovechemos la descomunal potencia de la marca Real Madrid para generar ingresos, exclusivamente generados por la sección femenina, que justifiquen grandes inversiones en fichajes. Este parece el camino adecuado.

La prensa madrileña tiene hoy el detalle de no hacer sangre con lo de ayer y centrarse en cantar (justificadísimamente) las glorias de Vinícius y Camavinga. Necesitamos sus equivalentes en el sexo opuesto.

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