lLa producción agrícola es una actividad esencial para todas las comunidades humanas, este es un hecho evidente que nadie puede cuestionar. Por otra parte, las condiciones medioambientales, sociales y financieras en las que se desarrolla esta actividad en Francia pueden ser objeto de cuestionamientos sin duda útiles. Digan lo que digan los defensores de la agricultura dominante actual, es decir, la agricultura industrial basada en el uso intensivo de insumos químicos (fertilizantes y pesticidas), la transición a la agroecología es una necesidad urgente para la población.
En términos de salud humana, los estudios del Inserm destacan el vínculo existente entre el uso intensivo de pesticidas y el resurgimiento de cánceres, siendo los agricultores las primeras víctimas (“Pesticidas y efectos en la salud. Datos de noticias”, 30 de junio de 2021). Un estudio realizado por investigadores americanos (“Comprehensive Assessment of pesticida use patrones and lowered cancer Risk”, 2024) concluye que los pesticidas constituyen un factor de riesgo de cáncer tan importante como fumar.
A nivel medioambiental, la agricultura química actual es una de las principales causas del colapso de la biodiversidad mediante la destrucción de hábitats. En las últimas décadas, el número de insectos voladores, incluidos muchos polinizadores, ha disminuido un 78% y el número de aves un 55%, especialmente para las especies vinculadas a entornos agrícolas. Más específicamente, una pérdida del 75% de las variedades de plantas y razas de animales indica un colapso de la biodiversidad agrícola. Estas desapariciones masivas de especies privarán a los agricultores de la capacidad de adaptarse a los cambios globales que afectarán al planeta en las próximas décadas. Esto aumenta la vulnerabilidad de este sector de actividad.
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Por el contrario, la agroecología, cuyas principales recomendaciones pone en práctica la agricultura ecológica, permite producir alimentos saludables respetando la biodiversidad y reduciendo drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
externalidades negativas
Según los partidarios de la agricultura actual (los lobbys de la agroindustria, el Ministerio de Agricultura, el sindicato mayoritario), la implementación a gran escala de estas nuevas prácticas agrícolas sería demasiado costosa y no permitiría alimentar a toda la población. Más allá de los ingresos ligados a sus diversas producciones, la agricultura francesa recibe cada año entre 9 y 9.500 millones de euros en subvenciones de la Unión Europea en el marco de la Política Agrícola Común (PAC). A esto se suman entre 4.000 y 5.000 millones de ayudas a nivel nacional. Por tanto, el sector agrícola francés recibe entre 14.000 y 15.000 millones de subvenciones cada año. Ningún otro sector de actividad se beneficia de ayudas de esta magnitud.
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