Portugal es una tierra de oportunidades para Brasil y viceversa. Aún queda un largo camino por recorrer, pero se están dando los primeros pasos y son prometedores.
Esta idea estuvo en el aire después de la mesa “Nuevas oportunidades para industrias y servicios en Brasil y Portugal”, en el cuarto panel de la Conferencia de Lisboa, evento realizado por Lide, Hoja y UOL este viernes (15), en la capital de São Paulo.
El debate fue abierto por Francisco Saião Costa, asesor de Aicep, la Agencia de Inversiones y Comercio Exterior de Portugal. Los dos países están conectados por 96 vuelos semanales de TAP, que llevan a los portugueses, en viajes de vacaciones o de negocios, a 11 destinos diferentes en Brasil.
Por otro lado, cientos de miles de brasileños han elegido Portugal para vivir en los últimos años; para ser exactos, 600 mil, en las cifras de este año. Aun así, el comercio entre los dos países todavía se limita a poco más que aceite de oliva, aceite y algunos productos agrícolas. ¿Cómo aprovechar al máximo las oportunidades?
Una respuesta elocuente la dio Marco Stefanini, fundador y director general global del Grupo Stefanini, una multinacional brasileña de tecnologías de la información.
“Portugal se ha posicionado muy bien como centro tecnológico. También es un país multilingüe, mucho más que otros del sur de Europa, y esto es fundamental para emplear mano de obra cualificada”, afirmó Stefanini. “Brasil ya tiene una inmensa fuerza laboral en el área tecnológica y ve a Portugal como una puerta de entrada a Europa”.
Para Stefanini, más allá de las materias primas y los productos agrícolas, los dos países podrían establecer una alianza importante en el área de la tecnología.
Además de abrirse al mercado europeo —”Portugal puede ser un portaaviones para las empresas brasileñas”, en palabras de Francisco Saião, de Aicep—, el país ibérico es el séptimo lugar más pacífico del mundo, el cuarto en ciberseguridad ranking y el 19 en estabilidad política.
“Todo esto hace de Portugal un destino atractivo para las empresas brasileñas”, afirma Karene Vilela, presidenta de la Cámara de Comercio Portuguesa de São Paulo. Hay 74 CPC en el mundo, y los dos más grandes son los de São Paulo y París, lo que da una idea de la importancia de Brasil para Portugal.
La Cámara de Comercio Portuguesa de São Paulo es también un ejemplo de cómo el país europeo intensifica su relación con entidades subnacionales. En su discurso, el gobernador de Minas Gerais, Romeu Zema, afiliado al Partido Novo, recordó que la cadena hotelera portuguesa Vila Galé está abriendo unidades en dos ciudades de su estado, Ouro Preto y Brumadinho, donde está ubicado el instituto Inhotim.
Zema también recordó que Minas Gerais comenzó a producir vinos en la Serra da Mantiqueira. “Esto lo hacemos con el asesoramiento y la colaboración de la industria vitivinícola portuguesa. Es todavía una producción pequeña, pero está creciendo a un ritmo del 25% anual, lo que significa que pronto será significativa”, afirmó el gobernador.
En línea con lo que parece ser la colaboración más potencial entre Brasil y Portugal —la tecnología—, el gobernador de Piauí, Rafael Fonteles, del PT, informó que su estado avanza en una política de “shock educativo y tecnológico”.
El gobierno ha ido transformando las 502 escuelas públicas estatales en centros de educación profesional y técnica. “Nuestro modelo sigue siendo muy académico. Queremos formar a jóvenes desde la escuela secundaria en carreras como el desarrollo de sistemas y la programación de juegos, que puedan colocarlos en el mercado laboral”.
El ex gobernador de São Paulo, João Dória, copresidente del grupo Lide, subió al escenario para elogiar el discurso de Fonteles. “Qué bueno, en términos de polarización, escuchar a alguien que está en el mundo del sentido común. Fonteles hizo un discurso asertivo por el bien de su estado”.
El último en hablar, el ex presidente Michel Temer, siguió la misma línea. Según él, gobiernos de diferentes colores ideológicos siguen las mismas reglas de sentido común, aunque con nombres diferentes. “En mi gobierno implementamos el techo de gasto, el gobierno actual habla de un marco fiscal. ¿Pero qué es el marco sino un techo reajustado?”
Temer finalizó su discurso trazando un paralelo entre Portugal y Brasil. “Somos dos países que surgieron de gobiernos autoritarios y crearon Constituciones duraderas, la nuestra tiene 36 años, la de Portugal tiene 40 años. Son duraderas porque lograron amalgamar los derechos liberales con los derechos sociales, incluidos los derechos de los trabajadores”, afirmó Temer. “No tiene sentido que tengamos esto en Brasil de brasileños contra brasileños, instituciones contra instituciones”.
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