El anuncio, el martes 12 de noviembre, de la dimisión de Justin Welby, primado de la Iglesia Anglicana y arzobispo de Canterbury, se había vuelto inevitable después de que parte del sínodo y la obispo de Newcastle, Helen-Ann Hartley, exigieran su dimisión. En cuestión, la publicación, a principios de noviembre, de un informe condenatorio sobre las agresiones físicas, psicológicas, sexuales y espirituales cometidas por John Smyth, abogado y director de una asociación caritativa cristiana, contra más de un centenar de jóvenes. Un caso que puso directamente en duda la responsabilidad del prelado.
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En las décadas de 1970 y 1980, John Smyth sometió a niños jóvenes, la mayoría de ellos alumnos de la prestigiosa escuela privada Winchester College, a terribles abusos físicos y psicológicos. Los conoció durante los campamentos para jóvenes cristianos que dirigía en el verano. Un primer informe interno, realizado en 1982 después de que una víctima intentara suicidarse, denunciaba las prácticas « horribles » de este laico. Sin embargo, la Iglesia Anglicana ocultó estos hallazgos durante más de treinta años, lo que permitió a John Smyth salir del Reino Unido sin ser molestado, primero hacia Zimbabwe y luego hacia Sudáfrica, donde continuó agrediendo a jóvenes.
Recién en 2017, después de que Canal 4 transmitiera una investigación sobre su cuenta, se presentaron solicitudes de extradición. Demasiado tarde: John Smyth murió en 2018 en Ciudad del Cabo sin haber sido confrontado nunca por los jueces. Él es “Sin duda, el peor de los agresores que ha asolado la Iglesia de Inglaterra”, insiste el informe independiente publicado a principios de noviembre.
Dirigido por Keith Makin, un reconocido profesional del bienestar infantil, cifra la cifra de 115 niños y jóvenes atacados en cinco décadas. “Desde julio de 2013, las máximas autoridades de la Iglesia de Inglaterra estaban al corriente de los abusos cometidos en los años 1979 y 1980. John Smyth debería haber sido denunciado entonces a la policía británica”. subraya Keith Makin, que describe “ocultación” el larguísimo silencio de la Iglesia.
“Profundo sentimiento de vergüenza”
Justin Welby, de 68 años, descartó inicialmente dimitir, afirmando que sólo tuvo conocimiento del comportamiento sádico de John Smyth a partir de 2013, año de su nombramiento como primado de la Iglesia. Sin embargo, admitió haber “Personalmente no logré iniciar una investigación exhaustiva” sobre esta tragedia. Pero a medida que la controversia creció, tuvo que dejarlo ir. El martes, en su carta de renuncia, el arzobispo afirmó ser “En dolor con todas las víctimas y sobrevivientes de abuso. Estos últimos días han renovado mi profundo sentimiento de vergüenza por los fracasos históricos de la Iglesia de Inglaterra en la salvaguardia”.
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