Lluvias
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La ligereza y lentitud con la que el líder gestionó las primeras horas de la catástrofe que mató a cerca de 220 personas empujó a miles de personas a manifestarse el sábado 9 de noviembre en las calles de Valencia.
El martes 29 de octubre, a las 19 horas, el presidente regional valenciano, Carlos Mazón, llegó con dos horas de retraso a una reunión importante: la de Cecopi, la organización que coordina la ayuda. Se trata de decidir cómo reaccionar ante la peor catástrofe natural en medio siglo en esta parte de la costa española. Siguiendo un dana (una depresión aislada en altura), un diluvio de agua se precipita sobre los municipios del sur de Valence, arrasando con todo lo que encuentra a su paso: vidas humanas, puentes, coches, viviendas. Durante tres horas, según admitió él mismo, Carlos Mazón almorzó con una periodista para ofrecerle la dirección de la televisión pública regional.
Sistema de alerta
¿Cómo es posible que el interesado, autoridad suprema para gestionar las inundaciones que iban a ser las más mortíferas (al menos 210 muertos y decenas de desaparecidos), haya tardado tanto en afrontar semejante tragedia? Esta pregunta, en un contexto de rabia e indignación, fue la fuerza impulsora detrás de una
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