En agosto, Kennedy admitió que había encontrado un cachorro de oso muerto y lo arrojó en Central Park en Nueva York en 2014, dejando una bicicleta en el lugar para que pareciera un accidente.
Pensó que los lugareños, que han estado desconcertados por el misterio durante una década, lo encontrarían “divertido”.
Kennedy también ha sido acusado de comerse los restos asados de un perro en Corea –afirmación que él negó– y de cortarle la cabeza a una ballena muerta para atarlo al techo de su automóvil.
A pesar de los intentos de su equipo de restar importancia a la prominencia de Kennedy, Trump destacó a su rival convertido en partidario para elogiarlo en su discurso de victoria.
“RFK Jr llegó y ayudará a que Estados Unidos vuelva a estar sano”, dijo a sus seguidores en Florida el martes por la noche. “Es un gran tipo y realmente quiere hacer algunas cosas y lo dejaremos hacerlo”.
Si Trump le entrega el control de las agencias de salud pública, Kennedy dijo el miércoles que planeaba limpiar “departamentos enteros”.
“En algunas categorías, todos sus departamentos, como el departamento de nutrición de la FDA, tienen que desaparecer. No están haciendo su trabajo. No están protegiendo a nuestros niños”, dijo a MSNBC.
“¿Por qué tenemos Froot Loops en este país que tienen 18 o 19 ingredientes, y vas a Canadá y tiene dos o tres?”
Añadió que no podía eliminar por completo las agencias de salud pública sin la aprobación del Congreso, pero que intentaría erradicar la “corrupción” en esos organismos.
Lucha por lugares en el gabinete
Por otra parte, Tom Cotton, el senador de Arkansas, supuestamente se descartó a sí mismo como director de la CIA o secretario de Defensa a pesar de ser visto como uno de los principales candidatos para esos puestos.
Cotton, un veterano de las guerras de Afganistán e Irak, permanecerá en el Senado, donde es un pequeño favorito para convertirse en presidente de la conferencia del Partido Republicano, dijeron fuentes a Axios. Si es elegido el miércoles, convertiría al hombre de 47 años en el tercer republicano en el Senado.
Mike Pompeo, quien fue secretario de Estado en la primera administración Trump, podría regresar a su antiguo cargo, pero también ha sido promocionado como un futuro secretario de Defensa.
Otro potencial secretario de Estado es Richard Grenell, ex embajador de Estados Unidos en Alemania y leal a Trump, de quien se dice que asesoró al republicano sobre política exterior durante la campaña.
Bill Hagerty, senador de Tennessee y ex embajador en Japón, y Robert O’Brien, ex asesor de seguridad nacional de Trump, también son vistos como candidatos para el puesto.
Fuentes cercanas a Trump han dicho que quiere dotar a su equipo de seguridad nacional, que tendrá la tarea de poner fin a las guerras en Ucrania y Gaza, con empresarios y directores ejecutivos en lugar de figuras militares.
El republicano nombró a varios generales de tres y cuatro estrellas durante su primera administración, refiriéndose a ellos afectuosamente como “mis generales” antes de que su relación se desmoronara espectacularmente.
Entre esas figuras se encontraba John Kelly, el jefe de gabinete de Trump con más años de servicio, quien fue noticia en los últimos días de la campaña electoral al caracterizar a su exjefe como un “fascista” que admiraba a Adolf Hitler.
Sin embargo, Trump también chocó con su primer secretario de Estado, Rex Tillerson, ex director ejecutivo de ExxonMobil, quien en privado se refirió al republicano como un “maldito imbécil”.
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