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EL DEBATE SOBRE CASAMANCE DEBE REALIZARSE DE FORMA SERENA E INFORMADA

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En esta entrevista, el profesor Pape Chérif Bertrand Bassène, historiador y profesor de la Universidad Cheikh Anta Diop, arroja luz sobre las cuestiones relacionadas con la obra La idea de la Casamance autónoma de Séverine Awenengo Dalberto. Entre la recuperación política y la búsqueda de la verdad, nos explica cómo esta investigación puede servir como palanca para la reconciliación en Casamance y el desarrollo regional, al tiempo que pide una mayor libertad académica y una mejor accesibilidad de los archivos para las generaciones más jóvenes.

Profesor Bassène, gracias por concedernos esta entrevista para explorar las ideas planteadas por el libro ”La idea de la Casamance autónoma…” de Séverine Awenango d’Alberto. Usted mencionó una recuperación política de este trabajo científico. ¿Puedes aclarar qué quieres decir con eso?

De hecho, la obra de Séverine Awenengo Dalberto, que se centra en “la idea de una Casamance autónoma” en un contexto colonial, a veces se desvía para servir a agendas políticas contemporáneas. Estamos en plena campaña electoral y ciertas figuras carismáticas como Ousmane Sonko son vistas como símbolos de la resistencia o de la identidad Casamance. Lo que me preocupa es que esta explotación política pueda dañar la percepción de la investigación académica y la verdad histórica, cuyo objetivo es aliviar y no reavivar las tensiones.

De hecho, hablas de la importancia de la verdad para curar el trauma histórico. ¿Cómo cree que la verdad puede contribuir a la paz en Casamance?

La verdad es un valor primordial en la cultura Casamance y en nuestra búsqueda de la paz. La reconciliación, ya sea individual o colectiva, siempre implica la verdad. Los traumas sanan cuando se dice y acepta la verdad.

En Casamance, por ejemplo, esta búsqueda de la verdad sobre la historia regional motiva a los jóvenes. Se sienten investidos con la misión de proteger esta verdad para evitar la manipulación externa. Es por eso que autores como Salif Sadio se comprometen a producir obras que cuenten esta historia, para contribuir a una mejor comprensión y, con suerte, a una resolución pacífica de las tensiones.

Parece decir que la investigación intelectual puede desempeñar un papel pacificador. ¿Cómo se traduce esto en políticas de desarrollo regional, particularmente para Casamance?

Absolutamente. Las políticas de desarrollo económico deben basarse en las realidades locales, como ya pensaban los colonos cuando hablaban de autonomía. La idea de desarrollar un puerto internacional en Casamance, por ejemplo, podría haber transformado Ziguinchor en un centro económico para la subregión. Los presidentes Senghor y Abdou Diouf entendieron que esta región tenía un potencial económico único y el desarrollo de un puerto de este tipo podría haberla convertido en un centro comercial subregional. Debemos pensar en la descentralización no sólo en términos administrativos, sino también en términos económicos y sociales para respetar las especificidades de cada región.

Mencionas la descentralización. ¿Cómo abordan esta cuestión las políticas de Senghor, Abdou Diouf y otros dirigentes senegaleses en el marco de Casamance?

Cada presidente ha tenido una visión diferente, pero con cierta coherencia en términos de descentralización: el deseo de que Casamance desempeñe un papel “autónomo”, “regional”… en el desarrollo nacional. Bajo Senghor, se habló de hacer de Nikin un puerto de aguas profundas para promover la economía subregional. Con Abdou Diouf, se hizo hincapié en la creación de un aeropuerto internacional. Hoy en día, el aeropuerto de Cap Skirring está internacionalizado, pero aún queda por maximizar su impacto. De hecho, es esencial conceder a Casamance y sus infraestructuras el mismo estatus que las de Dakar para promover una polarización territorial sana y funcional, porque esto estimularía la economía local al tiempo que aliviaría una centralización excesiva.

Volvamos a la obra de Séverine Awenango d’Alberto. Algunos critican este trabajo por tratar temas delicados como la autonomía. ¿Cuál es, en su opinión, la naturaleza de este trabajo y su contribución a la investigación histórica?

Este trabajo es ante todo una investigación científica basada en archivos históricos. No se trata de promover ninguna agenda de autonomía contemporánea, sino más bien de presentar cómo los colonos y más tarde una élite local imaginaron formas de administrar esta región dentro del marco colonial. Lo que el autor ofrece es una visión de la forma en que Casamance fue percibida, administrada e incluso integrada en el pensamiento económico y político de la época. No se trata de evocar las luchas modernas por la autonomía, sino de contextualizar una región en el centro de diversas dinámicas de poder.

También menciona a las élites locales y su papel en estas políticas de administración colonial. ¿Puedes darnos algunos ejemplos?

Bastante. Casamance siempre ha sido una región donde surgió la cuestión de la “autonomía”, de la descentralización, aunque adoptó formas diferentes a lo largo de los períodos. Por ejemplo, en los años 1960, Senghor planeó hacer de Casamance una región económicamente independiente, para poder beneficiarse de sus recursos sin tener que depender de Dakar. Asimismo, el gobernador-alcalde Maubert había pedido a Blaise Diagne, nuestro primer diputado africano en la Asamblea francesa, que defendiera la importancia de una cierta autonomía coherente con la realidad de Casamance desde el período colonial. Esta es una pregunta que surge repetidamente en la historia política senegalesa.

En su opinión, ¿qué falta todavía para que los senegaleses puedan realmente apropiarse de esta historia y utilizarla como palanca de desarrollo?

Para que los senegaleses puedan apropiarse de su historia, es fundamental hacer accesibles los archivos, en particular los de Casamance. Demasiados documentos siguen siendo inaccesibles y esto limita nuestra comprensión y nuestra capacidad de aprender lecciones de nuestro pasado. También es importante que el Estado fomente y proteja la investigación universitaria. Investigadores como Séverine Awenango Dalberto u otros historiadores deben poder trabajar con total libertad y presentar sus resultados sin temor a represalias. La historia es un campo de descubrimiento continuo y es esencial que enriquezcamos continuamente nuestra comprensión, ya que esto puede ayudarnos a construir un futuro pacífico y próspero.

Mencionaste que la generación actual está buscando la verdad. En su opinión, ¿cómo puede esta búsqueda influir en las políticas futuras en Casamance y en Senegal en general?

Esta búsqueda de la verdad, que observamos entre los jóvenes senegaleses, trae esperanza. Esto demuestra que la nueva generación está preparada para abordar temas que antes eran tabú, como el conflicto de Casamance. Quiere comprender, aprender lecciones del pasado y seguir adelante. Esta dinámica es positiva porque impulsa que las políticas tengan en cuenta las realidades locales y las aspiraciones regionales. Estoy convencido de que esta búsqueda influirá en las políticas futuras, porque no podemos construir un país unido oscureciendo parte de su historia o dejando a ciertos pueblos al margen del desarrollo nacional.

¿Qué opina de las reacciones críticas a la obra de Séverine Awenango d’Alberto y de la acusación de que podría “provocar problemas”?

Esta acusación refleja una mala comprensión del propósito de la investigación académica. El trabajo de Séverine es ante todo académico y se basa en fuentes fiables, archivos y análisis rigurosos. Criticar esta obra sin haberla leído, contentarse con un título para sacar conclusiones de ella, no es una aproximación intelectual, sino una explotación política. El debate sobre Casamance debe desarrollarse de manera tranquila e informada. El papel del historiador es proporcionar elementos de comprensión. Corresponde a los políticos traducir esto en acciones por el bien de la sociedad.

Para concluir, ¿qué mensaje le gustaría enviar a los jóvenes investigadores y políticos senegaleses sobre la cuestión de Casamance y la historia regional?

Mi mensaje sería simple: respetemos y apoyemos la libertad académica. Fomentar la investigación sobre Casamance significa invertir en nuestra paz futura. Los jóvenes investigadores deben tener la audacia de hacer preguntas, indagar en los archivos y presentar sus hallazgos, incluso si son inquietantes. En cuanto a los políticos, les pido que integren este trabajo en su pensamiento y promuevan soluciones adaptadas a las realidades de cada región. Casamance es una riqueza para Senegal y es hora de reconocer esta riqueza como un activo para nuestro desarrollo nacional.

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