Publicado el 4 de noviembre de 2024 a las 13:51actualizado el 4 de noviembre de 2024 a las 14:50 horas.
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Al coronar “Houris”, un libro prohibido en Argelia, los miembros del jurado de Goncourt hicieron un gesto muy político. Especialmente en el contexto de las degradadas relaciones entre París y Argel.
Finalmente. Podemos decir que Kamel Daoud habrá esperado este premio durante diez años. Finalista favorito en 2014 por “Meursault, contra-investigación” (Actes Sud), el escritor tuvo que “consolarse” con el Goncourt de la primera novela, en 2015. Este año, volvió a ser el ganador ideal con “ Houris (Gallimard), una novela tan lírica como política sobre la “década negra” argelina. En la última casilla, Gaël Faye y su “Jacaranda” (Grasset) parecían los únicos que podían competir con él. Lo que dio la desafortunada impresión de que las dos mujeres también candidatas, Sandrine Collette y Hélène Gaudy, ambas con muy buenas novelas: “Madelaine avant l’aube” (JC Lattès) para la primera y “Archipels” (L’Olivier) para la el segundo, sólo inventaban las apariencias, sólo para mostrar una apariencia de paridad.
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Pero no nos hacíamos ilusiones. El partido iba a ser inevitablemente entre Daoud y Faye. Y eso es lo que pasó. En el primer piso, Goncourt; al segundo, el Renaudot. Observemos en primer lugar que, de este modo, los dos grandes premios literarios coronan novelas que ya se venden muy bien. En el tope de ventas desde su lanzamiento a finales de agosto, “Jacaranda” ha vendido 161.000 ejemplares frente a los 77.000 de “Houris”, según “Libres Hebdo”. Suficiente para dar crédito a la idea de que los premios literarios no hacen más que confirmar los éxitos comerciales, participando de hecho en el fenómeno de los “best-sellers” en el mercado del libro, reducido a un puñado de títulos.
¿Y la dimensión literaria en todo esto? ¿Sigue teniendo alguna importancia en la elección de los jurados? Amplia y ambiciosa, “Houris” se distingue por la escritura encantadora de Daoud. La historia la cuenta Aube, una joven privada de su voz tras un intento de degollar durante la guerra civil argelina en los años 1990. Aube habla con el niño que lleva en su vientre. No sabe si se quedará con ella, está convencida de que es una niña pequeña. Ella le cuenta la desgracia de haber nacido mujer en Argelia:
“Porque aquí no hay lugar para ti, es un corredor de espinas para una mujer vivir en este país. Te mataré por amor y te haré desaparecer hacia el paraíso y sus gigantescos árboles. »
Con este narrador, una Scheherazade muda que cuenta las mil y una noches de masacres y horrores en historias incrustadas, Kamel Daoud parece adoptar la frase de Marguerite Duras (ganadora del Goncourt hace apenas 40 años por “El amante”): “Escribir es gritar sin ruido. » En este sentido, el Goncourt que se le concede hoy es sin duda un premio literario. Pero es también, y quizás sobre todo, un precio eminentemente político.
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Como nos recuerda Kamel Daoud en el exergo de la novela, hablar de la “década negra” se considera ilegal en Argelia. Decir “las heridas de la tragedia nacional” se castiga con tres a cinco años de prisión y multa. Y, de hecho, “Houris” está prohibido en el país que Kamel Daoud acabó abandonando para instalarse en Francia. Trágicamente, uno de los personajes de “Houris” es un librero que casi paga con su sangre la venta de libros. A principios de octubre supimos también que Gallimard, que publicó la novela de Daoud, había sido excluida de la Feria del Libro de Argel, que se celebrará del 6 al 16 de noviembre.
Este premio llega además una semana después del viaje de Emmanuel Macron a Marruecos, en compañía de una numerosa delegación entre la que se encontraba el escritor Tahar Ben Jelloun, uno de los diez miembros del jurado del Premio Goncourt. Si el viaje selló una reconciliación entre París y Rabat, este acercamiento fue en detrimento de las relaciones ya degradadas entre Francia y Argelia, en particular en el tema tan delicado del Sáhara Occidental. Nuestra periodista Sara Daniel escribió entonces que entre Argelia y Marruecos, Francia había elegido. El Goncourt concedido al argelino Kamel Daoud –que probablemente disgustará a su país natal– parece, paradójicamente, respaldar esta elección de Marruecos.
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