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En el nombre del hijo

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En el Atleti de los millones lo que sobresale al final es la garra. No extraña. Es la esencia de este equipo cuyo verbo es levantarse, la raíz el puro sentimiento. Giuliano lo lleva prendida del nombre desde la cuna. Fue Nahuel quien le envió la pelota, en un pase milimétrico que le reconcilian con la grada y él mismo. Giuliano dejó atrás a Kirian engañándole con un desmarque para seguir corriendo hacia Cillesen. Corría por su padre, por todas las veces que recorrió el Calderón, como recogepelotas, cuando era un crío que venía a verlo de Argentina como recogepelotas, antes del salto de River al Cerro, de tirar la puerta de este primer equipo lejos, Zaragoza y Vitoria, y acabar de romper uno de los principios de su padre: no entrenaré a un hijo mío. Pero es que Giuliano es el Simeone del siglo XXI que se está ganando el sitio en ese equipo al que su padre cosió un doblete a finales del XX.

La pelota entró en la portería de Cillesen allá donde el portero no llegaba. El ole, ole, ole ahora tiene dos protagonistas. Giuliano que celebró lanzándose en la hierba de rodillas y alzando una camiseta con un lema en valenciano: fuerza y ​​ánimos. Y es que, qué difícil es celebrar de verdad, cuando de tu cabeza no se va tanta gente que sufre tanto tan cerca. El Atleti había salido al partido con los nombres de sus peñas en Paiporta y Utiel en sendas banderas en un minuto de silencio al que siguió un largo aplauso emocionado en un partido que pertenece a una jornada que, quizá, no debió jugarse este fin de semana.

Un partido que cuando comenzó, el Atleti lo hizo escapando de la digestión pesada que está siendo esta temporada. El regreso de Barrios y Lenglet se palpó de inicio, con una salida de balón más limpia, el equipo con más cuajo al centro. Ya no nadie de acuerda de Hancko, por cierto.

Diego Martínez se empeñó con que La Palmas saliera siempre con el balón jugado y eso, desde el inicio, resultó una temeridad: en el minuto uno Cillesen ya estrenaba los guantes para parar un remate de ese Giuliano, que ocupaba el carril derecho, como Galán el izquierdo. Los dos jugaban muy adelantados y le daban al equipo aquello que más se le añora: la garra, el a morir los míos mueren. En el ocho era ante Barrios ante quien Cillesen debía sacar el guante. El Atleti rondaba sin hacer más que arañar, porque cuando llegaba ante Cillesen los espacios se llenaban de piernas y a Lino se le ha olvidado leer desmarques. Y porque De Burgos Bengoetxea no vio penalti en una mano de McKenna ni aunque le llamara el VAR. Su más de minuto y medio estudiando la jugada en la pantalla y la decisión de no castigar con penalti, la margarita ayer dijo que era accidental, despertó a una grada, por cierto, hasta el momento más bien callada.

El Atleti entraba por las bandas, subido a los lomos de esos Galan y Giuliano incansablesmientras Las Palmas, la primera vez que se olvidó de salir jugando se plantó ante Oblak: Cillesen envió desde su portería el balón en largo para la carrera y el remate de Fabio Silva, un incordio constante para Giménez. Paró Oblak. Fue después que Nahuel golpeó esa pelota como el futbolista que hace dos años ficharon, uno bueno, Giuliano corrió y el Metropolitano volvió a celebrar el gol de un Simeone. El descanso llegó con un disparo de Griezmann que besó el travesaño por dentro y se fue fuera. Ni Barrios ni Lino regresarían al campo tras el reposo.

La segunda parte tardó en arrancar. Nahuel golpeó en la cabeza a Cillesen al ir a rematar un pase de De Paul y el portero acabó saliendo en camillacon conmoción cerebral. Las Palmas no pasaba del centro, por mucho que Essugo pusiera criterio y orden, el Atleti controlaba sin peligro, la grada, a falta de ocasiones, se entretenía cantando “Vinicius balón de playa”. Quizá pensando en París, el Cholo fue guardando cromos. Grizi, más bonito que efectivo, y Julián, todo pelea. Sorloth y Correa entraron al campo entre aplausos. El partido se puso de digestión pesada y Almax. Los porteros sin trabajo, que allí solo corría Giuliano en defensa y en ataque, hasta que Solorth se forró el ánimo con aquellos aplausos con los que había salido para arrancarse la espina del Lille y enviar a la red, fuerte y seco, otro balón de De Paul. El partido terminó aunque aún le quedaran minutos y un alargue de nueve con el Atleti y sin el Cholito ya en el campo, ya en banquillo, por detrás de su padre, que corrió al túnel cuando escuchó el final corriendo con su traje negro, respirando, satisfecho y emocionado. En el día que el grande de los Simeone fue el más pequeño.

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Cambios

Rodrigo De Paul (45′, Pablo Barrios), Conor Gallagher (45′, Samuel Lino), Dinko Horkas (59′, Jasper Cillessen), Javi Muñoz (63′, José Campaña), Oliver Mc Burnie (63′, Sandro Ramírez), Alexander Sorloth (64′, Antoine Griezmann), Ángel Correa (64′, Julián Alvarez), Mármol de mica (80′, Álex Suárez), Axel Witsel (83′, Giuliano Simeone), reinildo (83′, Javi Galán), Manu Fuster (86′, Kirian Rodríguez), Jaime Mata (86′, Fábio Silva)

Goles

1-0, 36′: Giuliano Simeone2-0, 82′: Sorloth

Tarjetas

Arbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea
Arbitro VAR: Javier Iglesias Villanueva, Eliana Fernández González
Clément Lenglet (72′,Amarilla), Viti (87′,Amarilla)

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