lo esencial
En Boiezon, en Tarn, Karine Moinet lucha por la supervivencia de su carpintería artesanal, una empresa que fundó sola hace 19 años con pasión y determinación. Ante cargas financieras que se habían vuelto insoportables y un flujo de caja asfixiado, lanzó una recaudación de fondos en línea para intentar salvar su negocio.
Desde hace varios días circula en las redes sociales un premio acumulado online para apoyar la actividad de Karine Moinet, fundadora de la carpintería Karine, una pequeña y conocida estructura de Boisenton, en el Tarn. Esta iniciativa, nacida de la necesidad, es también el último recurso para salvar la empresa que Karine ha llevado a distancia desde su creación en 2005. Después de 19 años de esfuerzos y sacrificios, la artesana espera recaudar los fondos necesarios para aligerar sus cargas. y vislumbrar un futuro más estable.
La historia de Karine es la de una mujer decidida. A sus 53 años, cuenta con emoción su atípico viaje. Siempre trabajó para mantener a su familia, realizando pequeños trabajos hasta que surgió una verdadera pasión por la carpintería. A los 30 años, Karine decidió retomar sus estudios y dedicarse a la carpintería, un sector en el que las mujeres aún son escasas. Después de varias prácticas para perfeccionar su aprendizaje, dio el paso y creó su negocio, poniendo todos sus ahorros y energía en este proyecto. Para empezar, tuvo que invertir cerca de 100.000 euros para equiparse: compra de máquinas, material de manipulación, un camión y un taller. Con una producción a medida y una atención personalizada a cada cliente, la carpintería Karine se ha convertido rápidamente en un nombre reconocido en el sur del Tarn.
Desafíos financieros
Sin embargo, los últimos años han sido especialmente difíciles para Karine, que cayó en una depresión. Desde la pandemia, las dificultades financieras se han acumulado. Su banco le retiró bruscamente, sin previo aviso, su autorización de sobregiro, lo que la obligó a vigilar de cerca sus cuentas, día tras día, para evitar cualquier incidente financiero. “Durante cinco años he tenido que hacer malabares constantemente con las entradas y salidas de dinero para mantener un mínimo de flujo de caja”, explica. La situación se ha vuelto aún más compleja porque sus proveedores también han suspendido sus seguros, lo que le obliga a pagar los materiales encargados, lo que supone un duro golpe para su flujo de caja.
Para intentar mantener su actividad, Karine tuvo que renunciar a su salario durante varios meses y hacer importantes concesiones en su vida personal. Para cada proyecto debe solicitar depósitos mayores, proceso que es difícil de conseguir, pero que se ha vuelto fundamental para cubrir los costos iniciales de los proyectos. “La media es del 30 al 40% de depósito, pero tuve que llegar al 50% para asegurar el inicio de cada proyecto”, confiesa.
Un último recurso: el gatito
Hoy, ante cargas cada vez mayores, entre créditos y costes fijos, Karine está considerando varias soluciones: cambiar de estatus para reducir costes, o incluso declararse en quiebra o despido. Pero todas estas opciones implican costos adicionales que ella no puede afrontar. Por lo tanto, con una mezcla de preocupación y esperanza decidió lanzar esta recaudación de fondos en línea, una forma de solicitar el apoyo de su comunidad. “Consideramos esta solución tras una cuidadosa reflexión y con cierta consternación, pero esta ayuda podría permitirnos cambiar nuestro estatus, reducir nuestros costes e incluso comprar un camión nuevo para sustituir el nuestro, que tiene más de 15 años”, explica. Karine, que desde hace 4 años puede contar con la ayuda de su hermana Séverine para gestionar toda la parte administrativa.
Más allá del aspecto financiero, la directora empresarial quiere encontrar un equilibrio en su vida y vislumbrar un futuro a largo plazo para su negocio. “Lo más importante para nosotros es asegurar el futuro de la carpintería y trabajar en condiciones pacíficas”, concluye esperanzada. Este premio acumulado es, por tanto, mucho más que una petición de ayuda: es una invitación a apoyar a una empresa local, anclada en su territorio, que ha sabido hacer vibrar la madera al ritmo de los deseos de sus clientes.
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