Era el siguiente partido. La trampa definitiva en la que tan fácil es caer después de haber vivido las intensas emociones de una hazaña. Pero Ugo Humbert no experimentó una caída de tensión paralizante este viernes en un Accor Arena aún comprometido con su causa. A sus 26 años, Messin tiene ahora la experiencia necesaria para adaptarse a los diferentes retos de una semana de torneo y lo demostró eliminando con autoridad a Jordan Thompson (6-2, 7-6) para romper el techo de cristal de los cuartos de final. finales de Masters 1000 en su cuarto intento.
Y como Messin tiene sentido del tiempo, lo hizo durante la última edición del Rolex Paris Masters en Bercy. Pero éste no es necesariamente el objetivo final. “Llevaba mucho tiempo buscando un gran resultado en un gran torneo y todavía no lo había conseguido. La victoria de ayer (el jueves ante Carlos Alcaraz, ndr) le dio mucha confianza. Es el descanso y hay que continuar. Sólo quedan dos partidos así que hay que seguir soñandor”, insistió su entrenador Jérémy Chardy, todo sonrisas ante los periodistas en la zona mixta.
Serenidad inagotable pero sin euforia.
Soñar con llegar al final, como antes que él Guy Forget, Sébastien Grosjean y Jo-Wilfried Tsonga. Para decir adiós como debe ser a un recinto mítico del tenis francés. Pero el viernes por la noche, Humbert no tenía la cabeza en las nubes, ni mucho menos. Estaba centrado en su objetivo, en lo que tenía que hacer, sin exagerar. Además, después de un primer set muy bueno, el segundo podría haber salido mal, sobre todo si hubiera entrado en pánico. Pero a pesar de los altibajos, se quedó en el momento presente.
Noah: “Humbert juega como juega su vida”
“Tuve dos puntos de partido en los que, lamentablemente, conseguí la devolución en la raqueta, pero fallé. Sigo diciéndome a mí mismo: ‘Estás en el juego, haz lo tuyo, todo saldrá bien’. Inmediatamente después concedí el descanso. Sentí dolor en el pie sobre un soporte. No sé que pasó, se me trabó un poco el pie. En el siguiente juego me dio unos segundos, lo que cambió completamente la naturaleza del partido. Hice algunos puntos excepcionales al final para llevarme la victoria. Estoy tan orgulloso de mi mismo“, explicó en rueda de prensa.
Y el tricolor número 1 aclara: “De lo que estoy más orgulloso es que tan pronto como estoy en la cancha, estoy listo para cualquier cosa. Juego con mi corazón. Esto es lo que me digo a mí mismo todo el tiempo. Las soluciones vienen a mí. Nunca estoy demasiado preocupado. Realmente juego escuchándome a mí mismo, con un gran sentimiento, y por eso al final soy capaz de hacer tiros increíbles para ganar. Realmente me sentí en una concentración increíble y al final trascendí por completo para ir por la victoria. Recordé algunos partidos en los que a veces estuve esperando y viendo qué pasaba en los momentos importantes. Quería ser dueño de mi destino. Me dije: ‘Si fracasas, fracasas, pero al menos no habrá nada de qué arrepentirte..”
En defensa en el tie-break me sentí como Alcaraz
La maestría mostrada en estos cuartos de final, aunque no haya jugado a su mejor nivel desde el primer hasta el último punto, es la de un jugador seguro de sus puntos fuertes. Como si hubiera alcanzado la madurez necesaria para dar todo su potencial. Humbert no exagera, como le pudo haber sucedido en el pasado. Su tenis arriesgado, sin embargo, no admite la más mínima aproximación ni prisa y sería fácil que descarrilara por completo y perdiera la confianza. Pero es su estado de ánimo lo que le permite mantener el rumbo.
Una defensa de otro lado: el punto del partido de Humbert
“Creo que se expresa mejor en la cancha en el sentido de que lo hace en el momento adecuado. Antes se enfadaba en momentos en los que no tenía sentido. Ahora convoca al público cuando lo necesita, siente más momentos importantes, tensión y gestiona sus partidos mucho mejor que antes“, confirmó Jérémy Chardy. Como durante el tie-break, donde Humbert supo hacer milagros en defensa, que no es su zona de predilección, durante un punto que hizo rugir a Bercy.
“¡Me sentí como Alcaraz!un souri Humbert. Me dije: ‘pero espera, ¿qué estoy haciendo?’ Cuando vi el primer globo y el smash fue un poco fuerte, anticipé el lado bueno. Veo que pasa muy cerca del cartel. Me digo a mí mismo: ‘Tal vez lo acierte’. Veo que es perfecta. Después del último globo me dije: “¡Es monstruoso!”. Estoy aguantando hasta el final. Él falla. Me dije: ‘Es hora de ir tras el público para estresarlo un poco’. Cuando sientes que hay 15.000 personas en tu contra, eso también ayuda. El punto fue increíble. Experimenté esto…“
Viéndole blandir el puño, arengando a la multitud con los ojos muy abiertos como en trance, era difícil reconocer al demasiado “simpático” Humbert, que a veces daba la impresión de disculparse por estar allí. En Bercy tiene una misión, ha hecho suyo el acontecimiento. De hecho, su torneo ya es un éxito, pero ese no es su estado de ánimo. “Antes me gustó mucho lo que me dijo el psicólogo: el cansancio es como una nube, pasa, concluyó. No le presto atención. Yo digo: ‘Estamos aquí’. Lo estoy disfrutando al máximo. ¡Estoy dando todo lo que tengo y ya veremos!“
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