La justicia rusa condenó el lunes a tres años de prisión al francés Laurent Vinatier, detenido desde junio y acusado de no haberse registrado como “agente extranjero”, anunciando sus abogados su intención de apelar.
El tribunal decidió “declarar culpable al señor Vinatier” y “condenarlo a tres años de prisión”, declaró la jueza Natalia Tcheprassova, según un periodista de la AFP presente en la sala.
Este investigador especializado en el espacio postsoviético trabajó en suelo ruso en el Centro para el Diálogo Humanitario, una ONG suiza que media en conflictos fuera de los circuitos diplomáticos oficiales.
“Mi esposa es rusa, mis amigos son rusos. Viví una vida rusa”, recordó el lunes ante los jueces, diciendo que se enamoró de Rusia hace 20 años, durante un viaje a Moscú y San Petersburgo.
“Por supuesto que apelaremos”, anunciaron sus abogados.
El francés, vestido con una camisa azul claro, se mostró estoico cuando se anunció el veredicto. Después de esta sentencia no se le permitió hablar con la prensa presente en el tribunal.
Los abogados rusos de Vinatier, Oleg Bessonov y Alexeï Sinitsine, deploraron inmediatamente un “veredicto severo” dirigido a los periodistas. “Por supuesto que apelaremos”, anunciaron.
Las autoridades rusas acusaron a Vinatier de no haber cumplido su obligación de registrarse bajo la etiqueta de “agente extranjero”, aunque estaba recopilando “información en el ámbito de las actividades militares” que podría “utilizarse contra la seguridad de Rusia”.
Se arriesgaba a recibir hasta cinco años de prisión, pero el fiscal había solicitado el lunes temprano una pena de tres años y tres meses de prisión contra el francés.
Los dos abogados del Sr. Vinatier habían pedido que su cliente, que había “admitido plenamente su culpabilidad”, recordaron, fuera castigado con una multa simple.
En el palco de los acusados, con el rostro demacrado, Laurent Vinatier había pedido un “juicio indulgente y justo”, considerando que “el encarcelamiento afectará a las condiciones de vida” de su familia.
Laurent Vinatier, de unos cuarenta años, admitió no haberse registrado como “agente extranjero”, etiqueta utilizada en Rusia contra las voces críticas y que impone pesadas obligaciones administrativas, bajo pena de sanciones penales. Afirmó desconocer que esta obligación se hubiera introducido en el código penal.
Las relaciones entre Moscú y París son muy tensas
Los servicios de seguridad rusos (FSB), por su parte, afirmaron a principios de julio que el acusado había “recogido”, en el marco de sus intercambios profesionales, “información militar y técnica que puede ser utilizada por los servicios de inteligencia extranjeros” contra la seguridad de Rusia. Rusia”, declaró entonces el FSB.
Estas acusaciones en su contra habían hecho temer durante un tiempo una acusación más grave, por ejemplo por “espionaje”, delito castigado con 20 años de privación de libertad en Rusia.
A principios de septiembre, la prisión preventiva del francés se amplió seis meses el primer día de su juicio, hasta el 21 de febrero de 2025.
Según fuentes entrevistadas por la AFP, el francés trabaja desde hace años en el conflicto entre Rusia y Ucrania, incluso antes de la ofensiva rusa de febrero de 2022, en el marco de una discreta labor diplomática paralela a la de Estados Unidos. Hasta su detención realizó viajes a ambos países.
Este asunto se produce también en un momento en el que las relaciones entre Moscú y París son muy tensas: Rusia es acusada de una serie de actos de desestabilización y desinformación en territorio francés, mientras que Francia es criticada por su apoyo a Ucrania.
En los últimos años, varios occidentales, en particular estadounidenses, han sido arrestados en Rusia y objeto de graves acusaciones, y Washington ha denunciado la toma de rehenes para obtener la liberación de los rusos detenidos en el extranjero.
El 1 de agosto, Occidente y Rusia llevaron a cabo el mayor intercambio de prisioneros desde el final de la Guerra Fría, entre ellos el periodista estadounidense Evan Gershkovich y el ex marine Paul Whelan, liberado por Moscú.
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