El primer ministro húngaro, Viktor Orban, pidió un “cambio” desde la Unión Europea el miércoles, durante un discurso en el Parlamento Europeo donde fue recibido con protestas contra los reveses democráticos en su país.
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El líder nacionalista vino a Estrasburgo para presentar las prioridades de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, concedida a Hungría hasta finales de diciembre.
“La Unión Europea necesita cambiar” y la presidencia húngara “quiere ser el catalizador de este cambio”, dijo a los eurodiputados.
Antes de su intervención en el hemiciclo, los diputados de izquierda mostraron su oposición. “No hay dinero para la corrupción”, se lee en un cartel blandido por la izquierda radical, en referencia a los fondos europeos destinados a Hungría y parcialmente congelados por razones de Estado de derecho.
Los socialdemócratas, por su parte, exhibieron carteles que decían “demócratas contra autócratas”.
Al final de su discurso, la canción antifascista Bella Ciao fue cantada brevemente en una parte del hemiciclo antes de una reformulación por parte de la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola. “No es Eurovisión”, dijo el maltés.
El martes, ante la prensa en Estrasburgo, Viktor Orban arremetió contra las “élites europeas de izquierda y centro”, haciendo gala de su cercanía a Donald Trump o abogando por una “nueva estrategia” sobre Ucrania comunicándose “directamente” con Moscú.
Desde su regreso a la presidencia del país en 2010, Viktor Orban ha reforzado su control del poder al tiempo que ha restringido los derechos de la oposición, chocando varias veces con Bruselas en cuestiones de migración y Estado de derecho.
En julio, la Comisión Europea encontró en un informe que Hungría no cumplía con los estándares democráticos de la UE, especialmente en materia de corrupción, financiamiento político, conflictos de intereses e independencia de los medios.
Último episodio del conflicto entre Budapest y Bruselas, la Comisión anunció el jueves que remitirá el asunto a la justicia europea en relación con la ley húngara sobre “soberanía”, que las ONG consideran una nueva ofensiva para amordazar a las contrapotencias.
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