El 25 de septiembre se estrenó en cines la nueva obra de Francis Ford Coppola. Este drama de 2h18 es una película de ciencia ficción. La historia habla de un conflicto entre el alcalde de la ciudad y un arquitecto con el poder de detener el tiempo, cuyas visiones chocan sobre el futuro de la Nueva Roma.
Con esta película, Francis Ford Coppola revoluciona nuestros puntos de referencia temporales. Los personajes principales se llaman César, Creso y Clodio. Gracias a estas pistas, el espectador toma conciencia de estar inmerso en una epopeya romana de lo más rotunda. Los trajes bordados en oro, los espectáculos acompañados de música melodiosa, el maquillaje que pone ojos de gato a actrices y actores, todo nos transporta a un pasado conocido.
Pero estos ornamentos evolucionan en un paisaje que los contrasta: edificios y avenidas, taxis y rascacielos. La ciudad de Nueva Roma se parece sorprendentemente a Nueva York. Los personajes se mueven en discotecas, beben, fuman y llevan una vida de libertinaje como en la Gran Manzana.
En medio de estos mil detalles, olvidamos el futuro. Pero él sigue creciendo. El alcalde Franklyn Cicero y el arquitecto César discuten sobre el futuro de su ciudad. Mientras el primero desea conservarlo intacto, César ve más allá. Quiere ver una Nueva Roma en armonía con la naturaleza. Un refugio para la humanidad, un lugar donde el ser humano pueda crecer respetando su entorno. Su intención es crear esta utopía utilizando un material llamado megalópolis.
Cuando Francis Ford Coppola nos presenta la Megalópolis, tal como la soñó César, la naturaleza invade la pantalla. Las hojas y el sol brillan ante nuestros ojos y es casi como si pudiéramos escuchar los arroyos. Ante esta ilusión, el espectador sólo puede preguntarse: ¿es este un futuro para nosotros? En medio de una crisis ecológica, ¿es todavía posible la redención?
Megalópolis Es una obra vasta y completa. El dinero, el capitalismo, la sexualidad, el amor son sólo una muestra de los temas tratados. Y entre todos estos temas, el de la ecología. Entonces, cuando se vuelven a encender las luces, persiste una pregunta: ¿es el destino de Megalópolis una premonición para nuestro planeta?
Aglaé Girard
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