Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba están experimentando un importante repunte. El martes, el presidente estadounidense Joe Biden sacó a Cuba de la lista negra de Estados patrocinadores del terrorismo, decisión descrita como un “gesto de buena voluntad” por un alto funcionario estadounidense. En respuesta, La Habana anunció la próxima liberación de 553 prisioneros, condenados por diversos delitos.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, declaró el día X que esta liberación fue una decisión “unilateral y soberana”, añadiendo que los detenidos en cuestión serán liberados “gradualmente”. Las ONG y la embajada estadounidense estiman que hay cerca de mil presos políticos en la isla. La Habana, por su parte, rechaza esa caracterización y acusa a los disidentes de ser “mercenarios” al servicio de Estados Unidos.
Un gesto diplomático ante un cambio de poder
Esta iniciativa llega en un momento delicado. En menos de una semana, Donald Trump regresará a la Casa Blanca. El presidente republicano había vuelto a colocar a Cuba en la lista negra en 2021 antes de dejar el poder. Su regreso podría suponer el restablecimiento de esta medida. Marco Rubio, senador de Florida y futuro jefe de la diplomacia estadounidense, conocido por su postura dura hacia el régimen cubano, ya ha expresado su oposición a cualquier relajación de las sanciones.
Ted Cruz, senador por Texas, también denunció esta decisión como un “intento de socavar el trabajo del futuro gobierno”. Pese a estas críticas, un alto funcionario estadounidense aseguró que “nadie debe ser detenido sin motivo en Cuba”, recordando que esta opinión es ampliamente compartida por los dos grandes partidos de Estados Unidos.
Apoyo de la Iglesia Católica
La Iglesia Católica juega un papel clave en este proceso. A principios de enero, el presidente Díaz-Canel escribió al Papa Francisco para discutir la liberación de los prisioneros. No es la primera vez que la Iglesia interviene en los asuntos cubanos: en 2010, ya había negociado la liberación de más de 130 presos políticos, entre ellos 75 opositores detenidos durante la “primavera negra” de 2003.
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Paralelamente a la retirada de Cuba de la lista negra, Joe Biden anunció otras dos medidas destinadas a promover las negociaciones: la suspensión de los procesos por expropiación en Cuba y el levantamiento de determinadas restricciones financieras.
