FRançois Bayrou finalmente logró formar su gobierno antes de Navidad, como había prometido. Pero el proceso fue doloroso y el resultado está muy lejos de sus ambiciones de ampliar la base sobre la cual intentará asegurar una mayoría en el Parlamento. El equipo designado el lunes 23 de diciembre, tras diez días de negociaciones, tiene un perímetro idéntico al formado por su predecesor, Michel Barnier. Como las mismas causas pueden producir los mismos efectos, el nuevo primer ministro no es inmune a un voto de censura.
Leer más Sólo suscriptores No hay muchas novedades sobre el gobierno de François Bayrou
Bayrou ha afirmado durante mucho tiempo su capacidad para lograr que los demócratas cristianos, los socialdemócratas y los liberales progresistas trabajen juntos. Pero incluso si el gobierno incluye una diversidad de tendencias políticas, su apuesta por cambiar las líneas de la división tripartita del panorama político francés resultante de las últimas elecciones parlamentarias ha fracasado.
El principal fracaso reside en la incapacidad de movilizar a los socialistas, aunque ellos también asuman su parte de responsabilidad. La propuesta del primer ministro de “repasar sin suspender” la reforma de las pensiones resultó insuficiente para garantizar el compromiso de los socialistas de no censurar al gobierno. Los ex socialistas convertidos en partidarios de Macron, Manuel Valls (designado ministro para los territorios de ultramar) y François Rebsamen (ministro de planificación regional) Tendrá dificultades para convencer a la gente de las credenciales izquierdistas de este gobierno.
El posicionamiento de la derecha causó menos problemas. Bruno Retailleau permaneció en el Ministerio del Interior, mientras que su predecesor, Gérald Darmanin, fue designado para el Ministerio de Justicia. Sin embargo, es probable que esta decisión sea interpretada como una provocación por parte del poder judicial. Durante su estancia en el Ministerio del Interior, Darmanin no había dudado en provocar el resentimiento de la policía contra un sistema de justicia calificado de demasiado blando.
Dependencia de RN
A diferencia de su predecesor Barnier, Bayrou ha optado por personalidades fuertes, capaces de encarnar la política del gobierno con un ámbito de acción más amplio. Éste será el caso, en particular, de la ex primera ministra Elisabeth Borne, que ha sido nombrada nueva ministra de Educación. En cuanto al nombramiento de Eric Lombard, actual director de la institución financiera Caisse des Dépôts et Consignations, como ministro de Economía, se trata de una medida destinada a tranquilizar a los mercados financieros en un contexto presupuestario muy complicado.
Al colocar a Valls a la cabeza de la lista en términos de protocolo, Bayrou envía una señal sobre la importancia de las cuestiones exteriores al más alto nivel del gobierno, pocos días después de la tragedia del ciclón Chido en el territorio de Mayotte, en el océano Índico, no por mencionar las situaciones muy tensas en Nueva Caledonia y en Martinica, territorio francés en el Caribe.
La cita más problemática es la que no se produjo. Xavier Bertrand afirma que se le ha negado el Ministerio de Justicia debido a la oposición del partido de extrema derecha Rassemblement National. Bayrou lo ha negado, pero el episodio plantea dudas sobre la dependencia del gobierno de la buena voluntad del partido de Marine Le Pen.
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Como resultado, Bayrou ahora se encuentra en una situación tan incómoda como la de Barnier, especialmente porque comienza con un índice de popularidad mucho más bajo. Su discurso de política general del 14 de enero será una prueba clave de la capacidad de este gobierno para superar la política partidista. Mientras las finanzas públicas siguen deteriorándose, la economía paralizada y la exasperación francesa en su punto más alto, Bayrou sabe que no tiene margen de error.
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