“¡No actúes como Sarah Bernhardt! » le dijo su abuela paterna. “Cuánta razón tenía. Cuando era pequeña, tenía la desafortunada tendencia a hacer comedia todo el tiempo”, admite hoy la actriz. Cuando habló sobre sus planes profesionales, su abuela fue directa: “Es maravilloso, cariño. Pero hay que adoptar el apodo de Sandra Bernhardt. Funcionará para ti. Estoy seguro de ello. » Sandrine Kiberlain no siguió su consejo y conservó su nombre y apellido.
Por otro lado, se metió en la piel de su heroína, ante la cámara de Guillaume Nicloux, ya que interpreta en el cine a la mujer que es considerada la primera estrella mundial: “Sarah Bernhardt, la Divina”. Sarah Bernhardt era la actriz del exceso. Hoy en día es difícil encontrar un equivalente en términos de notoriedad. Tendríamos que sumar varias personalidades: Lady Gaga + Beyoncé + Taylor Swift + Rihanna, pero con este cóctel explosivo de mujeres libres y de temperamento fuerte, probablemente aún estaríamos lejos del conteo. La que interpretaba papeles masculinos y femeninos, a la que le encantaba morir en el escenario y dominaba el arte de poner los ojos en blanco, era adorada como ninguna otra. Continuó sus giras teatrales por Estados Unidos en un tren Pullman personalizado a su gusto, cocinero, mantelería y cubertería incluidos.
En casa de Sarah Bernhardt, todo París se reunió y desfiló, copa de champán en mano, entre
France