La escena data del 14 de diciembre, frente al Golfo de Vizcaya, entre 4.000 y 6.000 m de profundidad. Habían pasado veinte años desde que la Armada francesa disparó y hundió uno de sus viejos cascos. La operación se desarrolló con la mayor discreción a finales de la semana pasada, ya que el antiguo First Master L’Her, con base en Brest, fue remolcado por un buque militar hacia la zona de ejercicios.
Un ejercicio excepcional en un contexto tenso
La Marina francesa precisa que “el casco fue descontaminado, se hundió rápidamente y ahora se encuentra a gran profundidad, en una zona alejada de las zonas marinas protegidas y de las zonas de pesca”. El Aviso de 1.000 toneladas fue golpeado en el tercio trasero. En el vídeo publicado en internet por la Marina, vemos cómo el casco se levanta, se parte en dos y la proa comienza a elevarse, señal de que el edificio se va a hundirse.
El disparo en condiciones y carga reales de este pesado torpedo tipo F21 tuvo como objetivo validar su eficacia y su puesta en servicio a bordo de submarinos de ataque de nueva generación. Un arma capaz de alcanzar barcos de superficie y submarinos. Evidentemente, el tenso contexto que atravesaba la marina rusa también contribuyó a esta toma de decisiones. Es seguro que este torpedeo publicitado este martes 17 de diciembre en el Twitter de la Armada francesa responde al deseo de mostrar las capacidades de una nueva arma y demostrar sus efectos concretos.
Y, aunque esto signifique enfrentar críticas por la oceanización de viejos cascos militares, la autoridad militar asume plenamente esta elección al recordar que las armadas de todo el mundo (española, americana, rusa o china, por nombrar algunas) están procediendo también a este tipo de tiro al blanco real. Evoca un ejercicio excepcional, “un experimento”. Justifica este ejercicio recordando la importancia de validar una nueva arma en una situación real, sobre un objetivo real.
Operación multimillonaria
Descontinuado de la flota el verano pasado, este avión de 80 m, rebautizado como patrullero de alta mar (PHM), era muy conocido por los habitantes de Brest. El Primer Maestro l’Her no fue objeto de ningún contrato de desmantelamiento. Cabe señalar que los buques al final de su vida destinados a astilleros europeos para su deconstrucción están sujetos a licitaciones, procedimientos y mercados más o menos onerosos para el Estado. Por lo tanto, desmantelar el First Master l’Her no le costará ni un centavo al contribuyente. Por otra parte, su torpedeo es una operación que cuesta varios millones de euros y que no dejará de reavivar el debate sobre el envío de barcos viejos al fondo.
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