¿Deberíamos admitirlo? Al explorar la isla de Martinica esperábamos encontrar paisajes y playas de postal, no una perla del arte contemporáneo. Nuestros prejuicios quedaron destrozados después de visitar Habitation Clément. Habitación es el nombre que se da en la isla a estas fincas agrícolas que incluyen plantaciones, naves industriales, una casa y sus dependencias.
Anteriormente llamado Domaine de l’Acajou, Habitation Clément está situado en el municipio de François, a unos 25 kilómetros de Fort-de-France, en la costa este de Martinica. Es una de las casas criollas más prestigiosas de las Antillas, perfectamente restaurada. Recibe a casi 200.000 visitantes cada año.
Fundada en el siglo XVIII para cultivar caña y producir azúcar, la finca fue comprada por el doctor Homere Clément en 1887. Fue uno de los primeros hombres negros que pudo permitirse una propiedad de este tipo para producir azúcar y luego azúcar.
La destilería ya no está en funcionamiento, pero se ha transformado en un museo para explicar a los numerosos visitantes todo el proceso de elaboración del ron tras la cosecha de la caña de azúcar en los campos circundantes. Descubrimos estas máquinas muy antiguas que antiguamente funcionaban mediante un sistema de vapor. En las paredes, hermosas fotografías en blanco y negro de los trabajadores que realizaron aquí un duro trabajo.
En lo alto de una pequeña colina, la casa principal, magníficamente restaurada, con su mobiliario y vajilla, muestra la forma en que vivían los propietarios. Está clasificado como Monumento Histórico desde 1996. Varias fotografías expuestas en las paredes atestiguan que visitantes ilustres han venido aquí uno tras otro.
El 15 de marzo de 1991, después de la Guerra del Golfo, François Mitterrand y George Bush incluso se reunieron allí para hablar sobre la organización de la paz en Oriente Medio. En el palco del tesoro, un sorprendente documental revela los secretos de esta minicumbre que atrajo a numerosos periodistas y fuerzas de seguridad impresionantes.
Etiquetado como Jardín Notable, el parque cuenta con casi 300 especies endémicas o importadas. Caminamos hasta allí con el sonido de pájaros, grillos y ranas. La higuera maldita es especialmente espectacular con su gran red de raíces aéreas. Alrededor del estanque, a veces emergen esculturas más o menos monumentales entre la exuberante vegetación.
Una máscara de bronce patinado de Catherine Ikam y Louis Fléri tiene la apariencia de una escultura tradicional, pero fue creada virtualmente. En la otra orilla, vemos la obra de otro gran nombre del arte contemporáneo, Bernar Venet. No muy lejos se encuentra también uno de los famosos bancos de espagueti de Pablo Reinoso, artista argentino afincado en Francia. Este banco, extendido a cada lado por largas y voluptuosas enredaderas de metal, es un Homenaje a la inteligencia de las plantas que saben adaptarse para seguir creciendo.
Una de las obras más llamativas, fechada en 2011, lleva por título Avancemos todos juntos. Creada por Luz Severino, artista nacida en la vecina República Dominicana, se trata de un conjunto de esculturas de metal oxidado con formas humanas.
Este grupo, que emerge como un ejército entre dos cocoteros, recuerda otra escultura del artista caribeño instalada cerca de la destilería La Mauny para rendir homenaje a la revuelta de esclavos en Martinica que condujo a la abolición definitiva de la esclavitud en la isla en 1848. Desde 2012, la colección del parque de esculturas no ha dejado de crecer, dando un lugar de honor al arte caribeño.
Otro lugar sorprendente que descubrir en la finca: su modernísima base de arte contemporáneo. Este luminoso edificio, de libre acceso, acoge actualmente una explosiva exposición dedicada a Roberto Fabelo: Ronda Infinita. Este título hace referencia a la ronda infinita de la vida. Tres grandes salas ofrecen una visión general de su trabajo a lo largo de más de quince años con grandes lienzos, instalaciones y dibujos.
Sus obras pueden desafiar, incluso conmocionar. También te hacen sonreír. Inspirándose en el surrealismo y el expresionismo, Fabelo utilizatiene la fantasía como escape de la realidad y la utiliza para construir un mundo alternativo donde todo es posible gracias a la imaginación. Baja la escalera poblada de insectos gigantes con cabeza humana. Conduce al sótano invadido por una manada de rinocerontes que recuerda la obra de teatro de Eugène Ionesco. Evidentemente, el que lidera la tropa no es un regalo…
En un vídeo publicado en el sitio web de la Fundación Clément, el artista cubano explica que estos animales representan a la vez fuerza y ternura. Según él, el tema principal de su obra es la acción del hombre y sus consecuencias sobre la alimentación. En sus lienzos pinta grandes cuencos de colores.
En el centro de la tercera sala, una impresionante cacerola de bronce y acero sostiene el círculo infinito de hombres armados con sus tenedores. Una exposición en disfrútelo sin moderación, a diferencia del ron que se ofrece a su paladar al final de la visita.
El espacio Habitation Clément está abierto todo el año, de 9 a 18.30 horas.
Precios: desde 11 euros para adultos reservando online, 13 euros in situ.
Hasta el 15 de enero de 2025 se exhibe la exposición “Ronda Infinita” de Roberto Fabelo.