Eran apenas las cinco de la tarde de este viernes 13 de diciembre cuando el nuevo Primer Ministro, François Bayrou, cruzaba solo, con una mano en el bolsillo del abrigo y la mirada un poco perdida, por el patio del Hôtel de Matignon. Regresa del funeral de su amigo Jean-Pierre Rioux, historiador y miembro del MoDem desde su creación, que tuvo lugar poco antes en la iglesia de Saint-Jean de Montmartre, en París.
Michel Barnier, que por la mañana había desplegado la alfombra roja para su sucesor sin saber quién la ocuparía ni a qué hora, espera al Bearnais, en un “fortalecimiento fraîcheur”dirá en su breve discurso de entrega. “Sabía desde el primer día, 5 de septiembre, que el tiempo de mi gobierno era limitado”afirmó el saboyano, víctima de una moción de censura votada por “una alianza improbable” entre el Nuevo Frente Popular y la Agrupación Nacional (RN), pero “La política no puede reducirse a un campo de maniobras, a una especie de espacio privado del que se excluye a los ciudadanos”advierte al pasar el testigo.
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