Richard Gere como nunca lo habíamos visto antes: el actor estadounidense interpreta a un hombre al final de su vida en “Oh, Canada”, una película crepuscular de Paul Schrader que se estrena el miércoles.
La voz en off del inicio no deja lugar a dudas: asistimos a los últimos momentos de un hombre. Moviéndose en silla de ruedas, con una bolsa urinaria y los ojos entrecerrados por la enfermedad y el dolor, Richard Gere barre la fantasía de los años 80, vestido como Armani de “American gigolo” (filmada por el mismo Schrader), así como el sexy hombre de negocios de “Pretty Woman”.
“Me dio un poco de miedo verme envejecer, verme como seré dentro de unos años. Es algo muy extraño”, confió durante la rueda de prensa de mayo en Cannes, donde la película estaba en competición.
“Mi padre falleció unos meses antes de que Paul (Schrader) me presentara el proyecto. Estaba claramente viviendo sus últimos días, y la forma en que su mente afrontaba muchas realidades diferentes, eso es lo que realmente me conmovió en este escenario”, afirma. explicó el actor.
Más de 40 años después de su primera colaboración, el cineasta perseguido por la redención y el actor, hoy de 75 años, se unieron para esta película en forma de reseña, adaptada de una novela de Russell Banks.
“Oh, Canada”, el título de una canción de Neil Young, es la historia de un famoso documentalista, Leonard Fife, que se hizo famoso exponiendo escándalos y gracias a su compromiso político.
Instalado en Canadá con su esposa y ex alumna interpretada por Uma Thurman, decide, sabiendo que está condenado, levantar el velo sobre la cobardía del pasado y las heridas que ha infligido.
Filmado en primer plano por un equipo que quiere saber todo sobre su mentor, Leonard se abre, se pierde, tal vez inventa… Cree recordar cómo era cuando era joven (interpretado en pantalla por Jacob Elordi, visto en “Priscila”).
En este rompecabezas de la memoria, el pasado y el presente chocan, el Leonard del presente rehace la película de su vida, recuerda a las mujeres con las que ha estado.
La oportunidad de revisar su decisión decisiva de partir hacia Canadá para evitar el servicio militar obligatorio durante la Guerra de Vietnam.
Paul Schrader hace de su película una confesión final.
El hombre que durante mucho tiempo estuvo a la sombra de Martin Scorsese como guionista, ya había llevado a la pantalla una primera novela de Russell Banks, “Aflicción” (1997).