Le Figaro analizó los resultados en ocho grandes ciudades donde el Ministerio del Interior denuncia un clima “antiseguridad”. Están por encima del promedio de ciudades de tamaño comparable en términos de delitos per cápita.
Grenoble, la ciudad de Éric Piolle, baluarte de la ecología más intransigente, fue el año pasado campeona de los robos a mano armada, con casi un centenar de casos en un año, es decir, 6 incidentes por cada 10.000 habitantes. Ni siquiera hablar del ajuste de cuentas. Esto es seis veces más que el promedio nacional de las grandes ciudades. Frente a Marsella, frente a Saint-Denis, escenario de numerosos excesos al norte de la capital.
En Burdeos, la ciudad del ecologista Pierre Hurmic, las agresiones y agresiones intencionales fuera del ámbito familiar aumentaron un 25% entre 2021 (primer año completo de su mandato) y 2023 (último año completo disponible en las estadísticas oficiales). Se trata, en efecto, de la violencia cotidiana, la que se desata en la calle o en la escuela.
Al mismo tiempo, esta violencia en los espacios públicos aumentó un tercio en Tours, la ciudad del ecologista Denis Emmanuel, un 26% en Grenoble, un 22% en Poitiers, la ciudad de la ecologista electa Léonore Moncond’huy, y un 17% en % en Besanzón…
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