“La confesión es la última máscara del vicio”, escribió Oscar Wilde. Y nunca como en la sala de televisión de “Bestias” esta máxima encuentra su interpretación más actualdonde la confesión se convierte en espectáculo y la Contar los excesos se convierte en un ritual casi obligatorio. para invitados. En el programa de Francesca Fagnani en Rai2 parece haberse establecido un patrón recurrente que merece un análisis en profundidad: la confesión casi ritual del uso de sustancias estupefacientes por parte de los invitados.
De la cocaína a la heroína, Belvé se enfrenta a confesiones impactantes
Entre muchos, recordamos a Nina Moric, que admitió abiertamente el consumo de cocaína, calificándolo de “un problema del pasado”. Ornella Muti quien habló de su experiencia con marihuana, mientras Asia Argento había hecho impactantes revelaciones sobre su pasado con heroína. No sólo eso. Stefania Orlando también había confesado haber probado drogas blandas en su juventud, así como Antonella Clerici había admitido con franqueza que había “hecho algunos porros”. Un crescendo de confesiones que parece haber transformado el formato en una especie de tribunal mediático donde la admisión del consumo de drogas se convierte casi en un paso obligado para demostrar la autenticidad ante las cámaras. El último en sumarse a este coro de revelaciones fue Valeria Bruni Tedeschiquien en el episodio del 10 de diciembre (esta noche para los lectores) abrió su corazón sobre experiencias pasadas con drogas duras, en una especie de competencia invisible para quienes han vivido la experiencia más extrema.
“Probé de todo, incluso heroína”
Valeria Bruni Tedeschi, con una sinceridad desarmante, admitió: “Probé un poco de todo. Fumé, probé cocaína, heroína, probé MDMA”. Una confesión que adquiere tonos aún más dramáticos cuando revela el motivo que la empujó a no seguir con la heroína: “Tenía un novio que era heroinómano y que murió a causa de la heroína y lo probé una vez. Y lo entendí”.
Cuando la confesión se vuelve formato: análisis de un fenómeno
El éxito de estas confesiones (basta con mirar a la audiencia) plantea profundas preguntas sobre el papel del periodismo de entretenimiento contemporáneo. Si por un lado el formato de “Belve” tiene el mérito de haber aclarado temas tradicionalmente tabú, sacar a la luz problemas sociales reales, por el otro, se corre el riesgo de transformar la historia del dolor y de los excesos en un elemento de espectacularización.. La fórmula ganadora del programa, basada en la capacidad de Fagnani para sacar a relucir los lados más oscuros de sus invitados, parece haber sentado un precedente: la impactante confesión ya no es sólo un momento de la verdad, sino que se convierte en una expectativa, casi un requisito para participar. en el espectáculo.
La delgada línea entre denuncia y sensacionalismo
La paradoja es que, si bien estas revelaciones podrían servir como advertencia sobre los peligros de la adicción, el formato corre el riesgo de transformarlas en anécdotas de salón, perdiendo de vista la gravedad del fenómeno. La propia Bruni Tedeschi, Al contar la muerte de su novio a causa de la heroína, toca uno de los pocos momentos de verdadero dramatismo en un contexto que tiende a diluir la seriedad de las confesiones. en entretenimiento televisivo. Se crea así una peligrosa dicotomía: por un lado, la necesidad de hablar abiertamente de problemas reales, por otro, el riesgo de trivializarlos mediante su espectacularización.