San Luis, a 800 kilómetros al oeste de Buenos Aires, es una pequeña y cuidada ciudad argentina, con su plaza central a la sombra de jacarandas y sauces llorones, su catedral del siglo XIXmi siglo y su lema: “Zona tranquila y buenos amigos”. A las 16.00 horas, la capital de la provincia del mismo nombre y sus 170.000 habitantes apenas salen de su siesta.
Aquí el Estado está en todas partes. En la ley de promoción industrial, que, a partir de los años 1970, permitió a esta pequeña provincia –del tamaño de Occitania– desarrollar su economía y mantener un bajo desempleo. En sus decenas de miles de viviendas sociales construidas gracias a expropiaciones, sus obras públicas y sus políticas de conexión gratuita a Internet. O incluso en sus 70.000 personas que trabajan para el Estado –incluidos beneficiarios del Plan de Inclusión Social, un subsidio a cambio de trabajo comunitario–, o el 62% de la población activa.
Sin embargo, en noviembre de 2023, el 68% de puntanosLos sanluiseños eligieron en la segunda vuelta de la elección presidencial a Javier Milei, quien se define como el “topo que destruye al Estado desde adentro”. El presidente ultraliberal argentino, elegido con el 56% de los votos, celebra el martes 10 de diciembre su primer año en el poder.
“Un verdadero cambio”
Juan Funez, un joven de 23 años con cara de niño, que vive con su madre en una pequeña casa en un nuevo barrio del sur de la ciudad, Mirador del Portezuelo, construida en 2015 como parte de un plan de vivienda social. No, no me arrepiento de haber votado por él. Guardia de seguridad en una fábrica de embalaje, gana casi cuatro veces el salario mínimo de 270.000 pesos (252 euros). Esto se debe a negociaciones conjuntas en su empresa, pero él lo atribuye al gobierno. Antes de las elecciones, la inflación lo estaba volviendo loco (+211% en 2023). “Si Milei hubiera perdido, me hubiera ido del país, asegura, bebiendo su mate. Él fue el único que propuso un cambio real. »
Juan Funez no se identifica ni como libertario ni como activista de extrema derecha. Si se registró como asesor, durante las elecciones, por La Libertad Avanza (LLA), el partido de Javier Milei, es para “para estar seguros de que no nos estamos robando las elecciones”. Valora los arrebatos y la violencia verbal del candidato que llegó a la presidencia, a quien sigue en las redes sociales desde 2017: “De lo contrario, nunca hubiéramos hablado tanto de él. »
Su hermana Débora Funez, de 31 años, vive 8 kilómetros al norte con su pareja y sus tres hijos de 14, 13 y 11 años, en una casa de bloques de concreto que construyeron ellos. Toda la familia duerme en un dormitorio individual dividido por un armario. ella también votó Milei para que sus hijos “conviértete en alguien en la vida”. Está satisfecha de haber podido dejar uno de sus dos trabajos este año para ocuparse de ellos. Débora trabaja para el Plan de Inclusión Social: desmaleza los espacios públicos de la ciudad. “Este año ha sido difícil, pero nos avisó”especifica.
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