Las imágenes de su silueta en llamas dieron la vuelta al mundo, provocando una ola de emoción acorde con el símbolo ardiendo. El 15 de abril de 2019, la catedral de Notre-Dame de París ardía en llamas, arrasada por un incendio cuyas causas aún no han sido identificadas. Cinco años y medio después del desastre, el majestuoso edificio se prepara para reabrir sus puertas. Los días 7 y 8 de diciembre, el evento, que será “visto en todo el mundo”, estará flanqueado por un sistema de seguridad “excepcional”, según el prefecto de policía de París. Laurent Nuñez explicó que sus servicios se inspiraron en el sistema implementado para los Juegos Olímpicos.
Para la ocasión se movilizarán miles de agentes del orden. La supervisión de las ceremonias olímpicas de París servirá de inspiración “tanto para la gestión de las ceremonias como para las disposiciones de acogida del público y las medidas reglamentarias de seguridad”, asegura el prefecto en una entrevista con parisino. Aunque “geográficamente hablando, se trata de una pequeña parte de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos”, admite. “Hasta donde yo sé, no existía ninguna amenaza específica para el evento”, precisó el prefecto, antes de recordar que la reapertura se produce en un contexto de “nivel muy alto de amenaza terrorista, como durante los Juegos Olímpicos”.
Se desplegarán varios miles de gendarmes, agentes de policía y soldados centinelas. La BRI (Brigada de Investigación e Intervención) estará en “reserva de intervención” y “tiradores de precisión” realizarán “vigilancia en los puntos altos”, explica.
No más de 40.000 personas en la zona.
Se esperan alrededor de cincuenta jefes de Estado para la reapertura de la catedral. Sólo los invitados podrán acceder a la plaza y al edificio, cuya capacidad de recepción es de 3.000 personas como máximo, recuerda el prefecto de policía. En las plataformas altas cercanas al edificio se habilitará una “zona” para dar cabida al público. Podrán acceder a él un máximo de 40.000 personas.
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